TEXTO DE LAS CONFERENCIAS
CELEBRACIÓN EN LAS VIGÉSIMAS JORNADAS DE LA UNIDAD CATÓLICA DE ESPAÑA
Por José Fermín Garralda Arizcun
Zaragoza, 18 y 19 de abril de 2009
“Yo pasé junto a ti y te vi agitándote en tu sangre. Y te dije, cuando estabas en tu sangre: “Vive”, y te hice crecer como la hierba en los campos. Tú creciste, te desarrollaste, y llegaste a la edad núbil (…) Extendí sobre ti el borde de mi manto y cubrí tu desnudez; me comprometí con juramento, hice alianza contigo –oráculo del Señor Yahveh- y tú fuiste mía. Te bañé con agua, lavé la sangre que te cubría, te ungí con óleo” (Ezequiel, cap. 16, 6-9).
Nor Jaungoikoa aña? ¿Quién como Dios?
(San Miguel de Excelsis. Monte de Aralar,
Navarra, España)
SUMARIO:
1. Los mejores parabienes en la apertura de las XX Jornadas de la Unidad Católica de España.
2. Una llamada: “venid y veréis”.
3. Con el gozo de la celebración y la alegría, estas vigésimas (XXª) Jornadas son muy especiales.
3.1. La primera celebración son los 70 años de la Victoria.
3.2. La segunda celebración son las bodas sacerdotales de don José Ignacio Dallo Larequi.
3.3. La tercera celebración es el nº 600 del quincenal “Siempre P’alante”.
4. La cuarta celebración: las vigésimas Jornadas de la Unidad Católica de España: Toledo 1989 – Zaragoza 2009.
4.1. ¿A quien se dirigen?
4.2. ¿Qué se ha defendido en las veinte Jornadas anuales?
4.3. Ir a la raíz de los males
4.4. Paralelismos laicistas entre la II República revolucionaria (1931-1939) y la actualidad:
· Seis paralelismos fundamentales
· Cuatro diferencias.
5. Colofón
Con su permiso, don Jaime Serrano de Quintana, Presidente en funciones de la Junta Nacional para la Reconquista de la Unidad Católica de España, Junta que nos convoca esta vigésima vez y de forma ininterrumpida desde 1989. Con el suyo también, don José Ignacio Dallo Larequi, director del quincenal navarro católico "Siempre P'alante", coordinador y organizador de estas Jornadas de seglares católicos españoles.
Tengamos un recuerdo especial por nuestro presidente de seglares por la Unidad Católica de España, don Alberto Ruiz de Galarreta (seud. Manuel de Santa Cruz), que no ha podido asistir por motivos de salud, y que desde 1989 hasta 2007 ha estado presente sin interrupción en las Jornadas de la Unidad Católica. Pidamos a Dios por su pronta recuperación.
Nuestra colaboración tiene un carácter histórico en lo que se refiere a las XX Jornadas analizadas. Adquiere tonos de ensayo en relación con el significado de las vigésimas Jornadas de seglares católicos por la Unidad Católica, los males morales y religiosos actuales en el ámbito público-político, y la relación entre al situación actual de España y la IIª República.
Queridos amigos:
1. LOS MEJORES PARABIENES EN LA APERTURA DE LAS XX JORNADAS DE LA UNIDAD CATÓLICA DE ESPAÑA:
Nuestra BIENVENIDA a los seglares de Madrid puestos bajo la advocación de Ntra. Sra. de la Almudena, a los de Valencia bajo el amparo de Ntra. Sra. de los Desamparados de Valencia, y a la Unión Seglar de San Francisco Javier de Pamplona.
Bienvenidos también los amigos de “Gerona Inmortal” y la revista “Empenta”, y nuestras queridas Misioneras de las Doctrinas Rurales, tan generosas por su asistencia y en el mucho trabajo que desarrollan por la Causa de Dios.
Bienvenidos todos vosotros, amigos muy queridos, perseverantes durante los últimos 20 años, desde que en 1989 realizasteis el juramento de la Unidad Católica en la bendita cripta del alcázar de Toledo, donde os comprometisteis a reuniros todos los años, y, en consecuencia, a trabajar día a día por el reinado social de N. S. Jesucristo. A trabajar por la reconquista de la confesionalidad católica de los poderes civiles –del Estado se llama hoy- y de la unidad católica por lo que respecta al proselitismo y culto externo de las religiones falsas en España. La verdad es que este santo impulso viene muy de atrás, de las raíces mismas de nuestra querida patria que es España, de nuestra tradición católica y a la española.
Agradecemos a las Hermanas Nazarenas, misioneras eucarísticas de Nazaret, y los cuidados de la Hna. Bernarda, por su entrañable acogida en esta bella casa junto a El Pilar de Zaragoza.
Hoy día, todo el mundo anda en crisis -¡y menuda crisis!-, pero yo os aseguro que, reuniéndonos aquí, nuestra alma y nuestro corazón no están –a Dios gracias- en crisis. Nuestro propósito es convencer a los españoles que su salvación como ciudad, y en buena parte como individuos y familias, está en la Cristiandad.
Nuestra felicitación a quienes llevan su corazón en un amplio vuelo desde Covadonga hasta Montserrat, desde Ntra. Sra. de Begoña y la Bien Aparecida hasta la Virgen del Rocío. Nuestra felicitación también a quienes mantienen el santo ideal en Hispanoamérica, desde Miami hasta Buenos Aires, donde se irradia “Custodia de la Tradición Hispánica”, revista dirigida por el Excmo. Sr. Bernardo P. Lozier Almazán. Desde aquellas tierras del Nuevo Mundo donde las águilas del Colorado hacen un alto y bello planeo que señorea la tierra evangelizada por Fray Junípero Serra, y donde el cóndor de los Andes otea la bella planicie donde se reza a Ntra. Sra. de las Pampas argentinas, o la inhóspita “Tierra de Fuego” de Magallanes y Sebastián Elcano.
2. UNA LLAMADA: “VENID Y VERÉIS”
¿Verdad que venimos gozosos a estas XX Jornadas con la fe en Cristo muerto y resucitado?
¿Verdad que venimos con una profunda alegría y serenidad en el alma, aunque algo cansados y quizás compungidos a los pies de Ntra. Sra. del Pilar, como Santiago, el “hijo del trueno”, el “matamoros”, el de Compostela?
Venimos con las llagas de la lucha durante el pasado año, y a fe mía que por la gracia de Dios hemos luchado, aunque veamos que en muy poco tiempo el mal se ha acelerado más allá de lo sospechado. Nuestra lucha no es por vanidad sino por deber y por amor a Dios y a los hombres en Él.
Venimos muy doloridos por la hecatombe que están sufriendo España, los españoles, cruel venganza de la masonería internacional por su Victoria de 1939, venganza planteada ya en 1936 según Mons. Zacarías Vizcarra (1) y las memorias de Eugenio Vegas Latapie (2). Porque esta hecatombe tiene muchísimas víctimas en los ámbitos espiritual, cruento y material.
Venimos con un agudo dolor por el derrumbe de la fe católica y la moral natural más básica en los ámbitos público y privado de nuestro pueblo, causado por los malos ambientes tolerados y promovidos, por las pésimas leyes impulsadas, queridas y consentidas, mantenidas de hecho o toleradas según el caso.
Buscamos ayuda en El Pilar de Zaragoza, porque las masas católicas siguen engañadas por el llamado liberalismo moderado que entregó la Unidad Católica y después la confesionalidad católica de los poderes civiles, para caer en el engaño de un imposible “Estado neutro”, del nihilismo y el relativismo institucional, del inicial “prohibido prohibir”, de otro tipo de “confesión” del Estado sin Dios e inversa a la católica. Dicho liberalismo apoya el laicismo en su fase moderada o naturalista (un imposible neutral ante N.S. Jesucristo), que después anula y destruye la familia, y bajo su imperio aniquila cientos de miles de vidas de no nacidos. Pedimos a Dios que haga astillas el árbol maldito del liberalismo, que pretende colocar la voluntad del hombre en el trono de Dios.
Venimos con Santiago de Compostela ante Nuestra Señora. Ella se le apareció como Madre, en carne mortal e irradiando una pacífica e irisada luz, sobre un bendito pilar, aquí, a orillas del río Ebro. Por eso nuestro corazón descansa junto a de Ntra Señora, que vive para siempre junto a Su Hijo resucitado. Y junto a la Señora, están los hermanos buenos. Benditos seáis todos los que habéis venido y otros muchos que están aquí de corazón. Benditos…
No quiero hablaros como doctor en Historia ni como profesor -como otras veces-, sino como testigo de estos XX años de Jornadas de la Unidad Católica. Me acuerdo claramente de nuestro refugio y juramento de la Unidad Católica en el alcázar de Toledo, allá en 1989, 50 años después de la Victoria y en el nuevo centenario de la emblemática fecha de 589.
3. CON EL GOZO DE LA CELEBRACIÓN Y LA ALEGRÍA, ESTAS VIGÉSIMAS (XX) JORNADAS SON MUY ESPECIALES.
Venimos gozosos de la mano de nuestros compromisos del juramento de Toledo. Venimos gozosos de saber qué tenemos que decir a la sociedad para que esta cambie la amargura actual por aquella felicidad que se pueda tener en esta tierra, para luego poder alcanzar la vida eterna. Venimos gozosos por cuatro celebraciones:
Los 70 años de la Victoria de España sobre el marxismo y lo que condujo a él.
Las bodas sacerdotales de don José Ignacio Dallo Larequi.
El nº 600 de “Siempre P’alante”.
Las XX Jornadas anuales y consecutivas de la Unidad Católica de España.
3.1. LA PRIMERA CELEBRACIÓN SON LOS 70 AÑOS DE LA VICTORIA
La Cruzada española de 1936-1939 fue la Victoria sobre el marxismo y sobre lo que condujo a él. Si esta victoria fue convulsa, mañana la victoria puede ser de otra manera. Por eso, es bueno saber que lo hoy día falta es fe sobrenatural porque se reza muy poco, y el trabajo duro del vendimiador.
No revolvemos los dolores y heroicidades del pasado. Eso lo hace la falsa “memoria histórica” del actual Gobierno PSOE, así como la masonería y el marxismo ayer infiltrado en la educación privada, concertada o pública, sea con Gobiernos de derechas o izquierdas. Ambos hacen su revancha particular por odio quizás y siempre por rentabilidad política. Sin embargo, no callamos debiendo hablar, ni aceptamos las tesis del enemigo, o disimulamos por cobardía ante el engañoso cambio actual (cambiazo o trucaje) de la “memoria histórica”. Para evitar ignorancias hoy, ¿sabéis qué decía el jefe de los “golpistas” (técnicamente fue un pronunciamiento) republicanos de Jaca en 1930?:
“Como Delegado del Comité Revolucionario Nacional, a todos los habitantes de esta Ciudad y Demarcación hago saber:
Artículo único: Aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será fusilado sin formación de causa.
Dado en Jaca a 12 de Diciembre de 1930. Fermín Galán”.
La IIª República fue beligerante y anticristiana, y la revolución de Asturias de 1934 fue el intento de instaurar el comunismo soviético. En adelante, las fuerzas revolucionarias irán creciendo, paralizando el país, obligando a convocar unas nuevas elecciones el 16-II-1936. Nosotros sabemos que:
“(...) La guerra de España fue la primera batalla librada en defensa del Occidente contra la barbarie y la esclavitud. Fue la más diabólica de las batallas por ser la más pura: ninguna política de hegemonía, ninguna anexión mezclaban su veneno al enfrentamiento de dos concepciones de vida, de moral y de civilización” (Maurice Bardeche) (3).
El inicialmente transigente Pacelli, siendo ya el Pío XII que tanto amó a España, saludó el final de la Cruzada diciendo:
"Los designios de la Providencia se han manifestado una vez más sobre la heroica España. La nación, elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica, ha dado a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la más elevada prueba de que por encima de todo están los valores eternos de la religión y del espíritu".
En adelante, el momento culminante y gozoso para la Iglesia en la España contemporánea será el Concordato de 1953, y cuando los Principios Fundamentales de 1958 proclamen:
"La nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera e inseparable de la conciencia nacional que inspira su legislación".
¿Qué ha pasado después? El 15 del presente mes de abril, Javier Nagore Yárnoz lo resolvió en su conferencia impartida en Pamplona (4):
“Pasó que cuando lo bueno se corrompe viene lo pésimo. Hubo una crisis en la Iglesia, provocada por parte de quienes interpretaban el Vaticano II de una forma inadmisible, contraria a la Fe católica. Al fin se ha llegado a confundir el bien con el mal. Desde entonces los buenos hemos vivido de buenas rentas. Hemos asistido a un proceso de desintegración de virtudes y valores. Hoy estamos en una confusión tal que hasta se quieren cosas contradictorias. También la virtud de la fortaleza ha sido desintegrada. Por eso, es preciso recuperar el espíritu de Cruzada, aunque hoy no se nos pide eso, por ahora.
Nosotros sabemos la dirección. Sabemos qué hay detrás de nosotros. Sabemos a dónde vamos. La cobardía no es un sustituto del valor. Hoy no se puede ser pacifista, sino pacífico. Paz a los hombre de buena voluntad, sí, pero ¿pueden tener buena voluntad quienes atentan contra Dios?
En conclusión: preparemos el camino para que la nueva generación vuelva al sentido común”.
Bien está esto, aunque más podríamos decir.
3.2. LA SEGUNDA CELEBRACIÓN SON LAS BODAS SACERDOTALES DE DON JOSÉ IGNACIO DALLO LAREQUI.
Se lo vamos a repetir, don José Ignacio (5). En nombre de todos: mil felicidades en sus Bodas de Oro sacerdotales, por ser Vd. como es, por su entrega en el silencio del Getsemaní, por su simpatía, su paz y apertura en el amor. Nuestro más hondo agradecimiento a su fidelidad y trabajo apostólico, es un gran abrazo a voces.
Vd. tiene que ser muy feliz por las gracias que ha recibido del Señor, por su fidelidad y valentía en defender el Sacramento de la Penitencia como N.S. Jesucristo lo instauró. Le deseamos perseverancia, paciencia, y no perder el ánimo, para lo que tiene todo nuestro apoyo. Feliz también Vd. por predicar la realeza de N.S. Jesucristo, Rey del Universo, según la Quas Primas de Pío XI y la tradición universal.
Sepa, don José Ignacio, que después del Viernes Santo, hubo tres días de sepulcro para llegar a la Resurrección. Y que ya en esta tierra saboreamos la feliz Resurrección. Por eso, Vd. tiene que saborear sus 50 años de sacerdocio. ¡Toda una vida consagrada a la Iglesia, a los hijos de la Iglesia, y si no… aquí nos tiene a nosotros como “resto de Israel”!
En Vd. vemos también a quienes le han dado un vaso de agua en el arenal: en primer lugar a sus padres, a sus hermanos los sacerdotes, pero también a muchos seglares que se unen a Vd. para convertir la vida en un precioso ramo de flores del más cuidado jardín.
Si en 1995 las Jornadas homenajearon sus esfuerzos, ¿qué no sentiremos ahora en sus Bodas de Oro sacerdotales?
3.3. LA TERCERA CELEBRACIÓN ES EL Nº 600 DE “SIEMPRE P’ALANTE”
Este SIEMPRE P’ALANTE, porción activa y fiel de la sociedad y de Nuestra Santa Madre la Iglesia diocesana porque Católica, es (6):
· Ocasión de oración donde se reza.
· Periódico de recepción entrañable.
· Lagar donde se destila lo mejor de la vida de su querido director don José Ignacio Dallo.
· Ramillete de flores en medio del extenso erial.
· “La Avalancha” de virtudes de nuestros días.
· Vivo en la nostalgia y por la virtud teologal de la Esperanza.
· Testigo de la fe católica en la Iglesia de hoy.
· Testimonio para el hombre moderno ante Dios y la Historia.
· Notario de la memoria histórica.
· Expresión de la pequeña grey en alerta, de un “resto de Israel”, que a veces tiene desgarros que quisiéramos contener.
· Detector de malos frutos en el árbol malo.
· Ardoroso con la Fe puesta en la Causa de Dios.
· Puñado de esforzados centinelas.
· Soldado de nobles ideales.
· Fuerte ante los traidores y benévolo para quien reconoce su flaqueza.
· Prensa libre con diversidad de posiciones temporales todas ellas antiliberales.
· Norte que sobrevuela con tendencia siempre hacia arriba y vastos horizontes.
· Oteador de luminosos horizontes y estratega que sobrevuela las batallas que libra.
· Amigo del hermoso combate... en el que la política no sólo es una cuestión técnica sino sobre todo moral.
· Alcázar testigo como la quebrada del Tajo.
· Escorial berroqueño.
· Soldado de la abjuración de Recaredo.
· Asentado sobre el Pilar, roca de Fe, umbral de Esperanza... donde el fuego brilla.
· Defensor del Derecho natural objetivo, del sentido común aunque se diga el menos común de los sentidos, de la presencia de Dios en las leyes y labores de Gobierno, del Reinado Social de N. S. Jesucristo, de la confesionalidad católica de los poderes civiles en España, y de la unidad católica social y jurídica.
Repetiría lo dicho en Zaragoza el 18 de abril de 2004, con ocasión del nº 500 de “Siempre P’alante”. Es una esperanza, un deber y un gozo celebrar el nº 600 de uno de los pocos medios de comunicación con voz libre, fundado en el Reinado Social y universal de N. S. Jesucristo. Todo lo que se desvíe de éste objetivo central es secundario y si lo contradijese debiera de ser borrado.
También es admirable la unidad fundamental de dicha revista quincenal, que engloba del número 1 al 600, así como su preciosa factura e impresión, y la profundidad de contenidos de cada número. Ello se debe, en buena medida, tanto a su director como al publicista e historiador don Alberto Ruiz de Galarreta. Con la afirmación rotunda de la tesis a aplicar en España conforme al deber ser universal y a las condiciones bautismales de los españoles, don Alberto (Manuel de Santa Cruz) es modelo de concisa e incisiva pluma, y discípulo de grandes periodistas (7).
Ante estas tres celebraciones venid, descansad y celebrad, que aún nos queda el cuarto motivo de nuestra cuajada celebración.
4. LA CUARTA CELEBRACIÓN: LAS VIGÉSIMAS JORNADAS DE LA UNIDAD CATÓLICA DE ESPAÑA: TOLEDO 1989 – ZARAGOZA 2009.
4.1. ¿A QUIEN SE DIRIGEN? :
Las Jornadas de seglares católicos se dirigen a todos los laicos o seglares, al “resto de Israel”. Pero también a la Iglesia docente y jerárquica, a quien obedece y a quien suplica la explicación del Magisterio de la Iglesia, universal y pleno, y a su querido clero, a quien le pide al menos la misma entereza que tienen los seglares más entregados.
Se dirigen al entendimiento porque el problema ambiental, social y político de hoy es una cuestión eminentemente doctrinal, moral y teológica.
Se dirigen a las demás potencias del alma, pues son un parón para seguir el trabajo anual. En las Jornadas se habla, se hace amistades, los asistentes se alegran y se perdonan, y rezan para luego actuar. Pero deben actuar unidos.
Las Jornadas también se dirigen –y esto es una crítica- a los que se tienen por “ilustrados y prudentes”, que convierten al Estado en un ente administrativo, alejándolo de la moral, reduciéndolo a un contrato de intereses personales… ignorando que sobre él recae una ineludible responsabilidad por el Bien Común. No en vano, el Estado debe fundarse en Dios y en el derecho natural, y concretamente, en España, aplicando, ya, la realeza social de Cristo y la revelación divina en lo que corresponda (8). De por sí, todos los bienes supremos de la vida se basan en principios que no debieran de ser votados sino proclamados, como anteayer recordó Javier Nagore en su conferencia impartida en Pamplona. Nuestros contertulios, con abundantes títulos y cargos un tanto endogámicos, no se enteran o no quieren enterarse.
Se dirigen –y es una nueva crítica- a los seglares que han ganado alguna cátedra y mientras tanto han pedido la calle. A la gente de pelucón blanco ayer y gomina hoy, de salón, café o tertulia. A quienes por conservar ya sus influencias ya sus compromisos de grupo o partido, no salen a la luz pública y política, y dejan este campo a “los que –según ellos- ya nada tienen que perder”.
Se dirigen, con ferviente ánimo, a los estudiantes y la juventud en general que, de ser arrojada y activa, tanto el liberalismo como el eterno retroceso en las trincheras de quienes se creían buenos, la han convertido en timorata, desorientada y pasota.
Se dirigen a quienes “cucamente” han suprimido los ideales por pragmatismo y un bajo vuelo, y sin embargo critican las desuniones y divisiones internas. Claro que ellos no hacen nada.
Se dirigen a quienes, quizás por inexperiencia, confunden el apostolado en su amplio y extenso sentido con el apostolado de confidencia que no sale de la intimidad del alma, o del ámbito parroquial, aunque ambos siempre sean necesarios y hasta nucleares.
Estas Jornadas pueden dirigirse a quienes piensan reclamar el voto en las elecciones europeas de junio pero son incapaces de unirse en una plataforma con otros que desean básicamente los mismos principios no negociables. ¿Por qué no unirse todos en una alianza electoral? Si no ocurre así, ¿por qué se va a preferir a uno sobre otro candidato? ¿No es la desunión un escándalo y uno de los signos nefastos de los españoles? ¿No deja el terreno político al liberalismo corruptor? No diré más. Lo dejo a la consideración de los asistentes.
4.2. ¿QUÉ SE HA DEFENDIDO EN LAS VEINTE JORNADAS ANUALES?
Las veinte jornadas anuales se han caracterizado por una fuerte vocación social y política cristiana. Quisieran tener un parecido a los Congresos Católicos Españoles de finales del s. XIX y comienzos del XX, a las Ligas católicas y las asambleas de la Buena Prensa de comienzos del s. XX, aunque los seglares actuales actúen bajo su exclusiva responsabilidad y sin comprometer a la Iglesia. Afortunadamente, la verdad y la Iglesia ya están comprometidas, y el hecho de hacer microhistoria no debe desanimar a nadie, pues Dios trabaja con lo dócil y pequeño, y hasta lo minúsculo y despreciable a los ojos humanos.
En las XX Jornadas los temas se trenzan y forman una armónica unidad. Desde las V Jornadas hasta la presente se ha concretado un tema general que aglutina todas las conferencias y otras participaciones. Ello se ha debido, en gran parte, a los desvelos de Manuel de Santa Cruz, sucesor del inolvidable Julián Gil de Sagredo, y presidente desde las octavas Jornadas de 1997 hasta las actuales.
Cada año se trata el tema más candente del momento y siempre el catolicismo y el liberalismo muestran su radical oposición. Este es el tema de las Jornadas presentes: “Los católicos españoles contra el laicismo (1939-1989-2009). 70 años de la Victoria”. Estas Jornadas parecen ser la “guinda del pastel”, pues están implícitas en todas las anteriores, ya que el laicismo -radical o moderado-, es la herejía del liberalismo.
En las sucesivas Jornadas (9), se ha explicado qué es la Unidad Católica (1989, 1991) en sí misma y en España, como tema central y recurrente. Se ha juzgado, en relación con dicha Unidad Católica, la actuación de las actuales religiones falsas, y al liberalismo, que es pecado y una pseudoreligión política. Se ha analizado la relación de los católicos españoles con la política, con la violencia, la oposición entre Cristiandad y mundialismo, y cómo debe ser la propagación actual de la fe. Se ha tratado sobre la relación de los católicos con los católicos extranjeros, la europeización de España como factor de su descristianización, los asuntos pendientes en la vida pública, cómo ha sido la vida pública española de los católicos durante el último cuarto del siglo XX, qué es el patriotismo tradicional español, qué decir de la Constitución de 1978, qué hacer ante el despliegue actual del Islam en España, cómo deben movilizarse los seglares, qué pedir a nuestro querido Papa S.S. Benedicto XVI en su visita a España en 2006, y el juicio de los jornadistas sobre la memoria histórica y el bicentenario de la invasión napoleónica. Este año 2009 el tema es de síntesis, pues el principal enemigo de la Cristiandad es el laicismo.
Las conferencias han sido publicadas numerosas veces en papel y no sin grandes esfuerzos. Así, pueden consultarse un dossier sin encuadernar para los años 1993, 1994, 1996, 1997 y 2001 y, el mismo formato de dossier pero bien encuadernado, en los años 1998, 1999 y 2000. Ahora, la impresión no es necesaria gracias a los medios digitales (también se publica en este formato y en papel “Siempre P’alante”), gracias a la dedicación, saber y generosidad de don José Luis Díez (Madrid).
En relación con el carácter científico de las Jornadas diremos lo siguiente. Hay aportaciones históricas y de materia educativa, filosóficas y teológicas, que tienen un indudable carácter expositivo e incluso argumentativo de naturaleza científica en base a fuentes primarias o secundarias. Otras ponencias son más subjetivas, tienen diversos apriorismos y presuposiciones, y son más propias de testigos con una mayor o menor vehemencia, lo que varía según el tema y el autor.
4.3. IR A LA RAÍZ DE LOS MALES
Por mucho que pase el tiempo, el faro de la verdad es inmutable, y las necesidades más profundas son idénticas, aunque cambien los accidentes y la forma de llegar al interlocutor. El Syllabus de Pío IX sigue en pie, y como tal lo muestra el Catecismo universal de la Iglesia Católica. El lenguaje dogmático es y debe ser fijo, mientras que el lenguaje pastoral lleva el “deber ser” más al corazón. Afirmando ambos lenguajes, cada orador tiene sus habilidades expositivas.
Decían que “en la época actual no es necesario ya que la religión católica sea considerada como la única religión del Estado, con exclusión de todos los demás cultos” (Syllabus prop. 77), y al fin se constata que con UCD y el PP la religión católica ha ido sufriendo los embates ya desde el Estado, ya –como consecuencia del ejemplo de las instituciones públicas- desde las oligarquías sociales descreídas, todo lo cual ha culminado con la política sectaria en el Gobierno de España, varias CC.AA. y Ayuntamientos.
Decían que la neutralidad garantizaba la libertad, y con esta falsa neutralidad, es decir, con la impiedad de poner a Dios, a Cristo y a su Iglesia al mismo nivel que los errores, arrebataron a N.S. Jesucristo -a la Verdad, garantía de la verdadera libertad-, sus sagrados derechos, perdiéndose incluso para el hombre la propia imagen del hombre, imagen visible de Dios invisible. ¿Queremos ser felices y hasta prósperos?: pues es necesario mirar al Dios Encarnado y dejarse mirar por Él.
Decían que una supuesta y falsa “neutralidad” garantizaba la libertad, y ahora el Estado impone la EpC, que anula los derechos y la libertad de los padres e hijos, de los profesores y centros educativos. De una falsa e imposible neutralidad, se ha pasado a que el Estado opte por lo malo y lo imponga a la sociedad.
Decían que “es de alabar la legislación promulgada en algunas naciones católicas, en virtud de la cual los extranjeros que a ellas emigran pueden ejercer libremente el ejercicio público de su propio culto” (Syllabus, prop. 78), y ahora se aprecia que la avalancha de extranjeros acatólicos no sólo rompe la unidad católica en la sociedad, sino que impone una mal llamada “neutralidad” por la que se arranca de las escuelas, centros de sanidad, ayuntamientos etc. los signos religiosos del Crucificado. Y además, no es difícil que los acatólicos que llegan a tierras hispanas quiebren de diversas maneras la comunidad cívica y la unidad de convivencia y legislación.
Decían que “es falso que la libertad civil de cultos y la facultad plena, otorgada a todos, de manifestar abierta y públicamente sus opiniones y pensamientos sin excepción alguna conduzcan con mayor facilidad a los pueblos a la corrupción de las costumbres y de las inteligencias y propaguen la peste del indiferentismo” (Syllabus prop. 79), y ahora el poder civil prohíbe, legisla, y regula casi todo, asistiendo el ciudadano al indiferentismo, al relativismo, y al nihilismo de las instituciones públicas, lo que arruina la civilización occidental y la razón y ser de la Patria española.
Decían que “el Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna” (Syllabus prop. 80), entendiendo por tal los sistemas inventados para debilitar y tal vez destruir a la Iglesia, y ahora se ve que la Iglesia y los cristianos son perseguidos por los que actúan como si fuesen hijos de la mentira, que ayer aprovecharon el igualitarismo para medrar ellos y perjudicar a la Iglesia, y ahora aprovechan el poder del Estado para expulsar a Ésta de la sociedad y arrebatar la patria potestad de los padres, y hasta las conciencias de los hijos con ese bodrio llamado “Educación para la Ciudadanía” (o la tiranía).
Estas cuatro cosas que decían y dicen ya fueron rechazadas en el Syllabus. ¡Cuánta razón ha mostrado tener Pío IX!
Al liberalismo radical se ha llegado desde el liberalismo moderado. La doctrina católica es el único valladar lógico y real ante los errores liberales y socialistas. Dicho de otra manera, el liberalismo moderado es la causa del liberalismo radical, y la separación de Iglesia-Estado, rechazada mil veces por la Iglesia, es la causa de la inclusión de la Iglesia en el Estado ateo. Por eso, ambos errores –la separación e inclusión- sólo se pueden corregir desde la unión Iglesia-Estado, al estilo y en la forma como siempre la Iglesia lo ha querido. Laicismo, laicidad, secularismo, todo es lo mismo si supone una mayor o menor independencia de las criaturas respecto a su criador y redentor, una naturalismo, una secularización.
¡Con razón Juan XXIII y Pablo VI ensalzaron la unidad católica de España! ¡Cómo la echaría hoy en falta cualquier buen gobernante! ¡Cómo la desearían hoy los laicistas aunque en un sentido inverso! Hoy día, al no existir unidad religiosa, la unidad social y hasta política se resquebraja llegando a extremos de verdadera degeneración en España. Legislar resulta muy difícil. Tener un proyecto de bien común parece imposible. Siempre una parte se impone a la otra. Y una imposición subjetiva siempre se ve por los demás como opresión. Desde luego, cada vez es más frecuente que se quiera oprimir la libertad de la Iglesia desde posiciones presentadas como objetivas aunque desde luego sean muy erróneas. Por otra parte, una política de vuelo bajo transforma los anhelos más nobles y elevados en una limitada perspectiva de aves de corral, carentes de ideales y metas más allá de la propia utilidad inmediata. ¿No se echará en falta en España aquella unidad católica perdida en la ley de libertad religiosa de 1967?
No es momento de lamentarse. Es indispensable conocer la raíz de los males, que los católicos seglares denunciaron en la clandestinidad eclesial allá en 1989. La Unidad Católica no pudo ser celebrada en la catedral de Toledo, pero lo fue en la cripta del glorioso Alcázar sobre la quebrada del río Tajo. No dejaron otro remedio. Y este remedio tiene el regusto de la gloria. Pues bien, conocida la raíz de los males, ¿qué lenguaje se utilizará para reconquistar la Unidad Católica? Empezaremos por el ¿queréis ser felices? ¿En qué os vais a agarrar para poner fin a la disolución de la sociedad y del hombre mismo? ¿Quién es vuestro Dios?
4.4. PARALELISMOS LAICISTAS ENTRE LA II REPÚBLICA REVOLUCIONARIA (1931-1939) Y LA ACTUALIDAD. Las XX Jornadas expresan que sin Dios en las instituciones todo lo malo ha sido y es posible.
Recogemos seis paralelismos fundamentales y cuatro diferencias.
1er PARALELISMO: PÉRDIDA DE LA UNIDAD CATÓLICA POR LA TOLERANCIA RELIGIOSA.
NO ES NORMAL NI BUENO que un país confesional católico y de unidad católica, social y jurídica, asentada y secular, entregue la unidad católica jurídica en el art. 11 de la Constitución liberal-moderada de 1876 y, luego, una vez recuperada con el esfuerzo de una guerra cruenta, y mantenida sin discusión durante 30 años, se suprima en la ley de libertad religiosa en 1967. La “Dignitatis Humanae” del Vaticano II no lo exigía, aunque este era el argumento, facilón y equivocado, de los que votaron afirmativamente dicha ley.
2º PARALELISMO: LA LEY COMO EXPRESIÓN DE LA MAYORÍA DE LOS QUE VOTAN, DECLARADO DE FORMA SIMULTÁNEA Y CORRELATIVA AL ESTADO SIN RELIGIÓN Y ATEO.
Al final, es el hombre -ambicioso de poder- quien se transforma en Estado, en cuanto que el Estado moderno contiene todo el poder. Es el hombre y el mismo Estado quienes se adoran a sí mismos. Es la misma imagen del hombre, representada en los que ocupan las más altas instituciones públicas, el nuevo dios y señor.
NO ES NORMAL NI BUENO que después de 55 años (1876-1931) y tras 11 años (1967-1976) respectivamente a partir de dicha tolerancia religiosa, se afirme que la ley sea expresión de la voluntad mayoritaria sin restricción alguna. ¡Qué error tan ingenuo o capcioso, el de quienes en 1976 hicieron creer que la reforma política de Suárez sólo pretendía una mayor participación de la sociedad en la alta política! En 1931 y 1978, el Estado hizo esta afirmación simultáneamente a declararse sin religión. Por esto último y en ambos momentos, se quebró la confesionalidad católica de los poderes civiles proclamada siempre en España desde el año 589. Aquí está la clave del mal, porque es un dogma de fe que todo poder procede de Dios, como lo es el reinado social de Jesucristo. Si se quita a Dios, el puesto de Dios es usurpado lógicamente por el hombre, aunque este último quiera –en principio- cosas muy buenas. Así se inicia el rodar por esa pronunciada pendiente que conllevará la destrucción moral y hasta física del mismo hombre en aras de las ideologías o del egoísmo sensualista.
En ambos casos esto se hizo mediante una doble entrega, que tuvo como agentes los titulares de la rama bórbonica liberal. Me refiero a don Alfonso, que entregó el poder al comité revolucionario en 1931, aunque las elecciones del 14-IV-1931 fueron simples consultas administrativas (elecciones municipales) en las que además triunfaron los candidatos monárquicos. Me refiero también –y con todos los respetos- a don Juan Carlos, que confió el poder en Adolfo Suárez en 1976, que había sido un hombre de confianza ocupando un altísimo cargo en la estructura política del partido único llamado el Movimiento. Ambos casos, con una nueva ilegitimación de ejercicio, los titulares de la rama dinástica liberal en España chocaban con las seculares reclamaciones de las que siempre habían hecho gala los reyes legítimos de España, de la llamada rama carlista, que gobernaron a sus leales desde el exilio. En ambos casos, en 1931 y 1978 se dio origen a una Constitución agnóstica y atea práctica.
Una vez que el Estado se declara sin religión, pasa a buscar legitimarse en una pseudo religión. Esta suele ser la “razón de Estado”, esto es, el mismo Estado convertido en todo para sí. En un extremo se trata del Estado jacobino según los Azaña y Rodríguez Zapatero, pero también del Estado amigo de un laicismo moderado.
Dicho jacobinismo comparte sus posiciones con el actual centro político, cuando se eleva la técnica de elección de los gobernantes a único principio doctrinal y aún constitucional, cuando se relativiza los contenidos más graves y asociales ante la existencia de las elecciones, cuando se justifica el poder político únicamente en el número de votos, cuando se niega que todo poder venga en última instancia de Dios, cuando se confunde la elección con el poder y éste con la autoridad, y cuando se produce, aplica, consiente, o tolera leyes gravemente injustas.
3er PARALELISMO. LA CEDA Y EL PP NO ANULARON LAS MALAS LEYES, NI TAMPOCO LA CONSTITUCIÓN QUE LAS ORIGINABA. LA CEDA DEJÓ DICHAS LEYES SIN VIGOR Y DESEABA MODIFICAR LA CONSTITUCIÓN, MIENTRAS QUE EL PP LAS HA ACEPTADO Y PUESTO EN PRÁCTICA.
Si la CEDA rechazaba la Constitución de 1931, el PP ha aceptado plenamente la actual Constitución de 1978, pues no en vano no pocos de sus miembros la aprobaron cuando pertenecieron a UCD. Incluso quienes de AP (la Alianza Popular de Fraga Iribarne) votaron “no” a dicha Constitución, una vez ingresaron en el PP la asumieron como suya.
4º PARALELISMO. COQUETEO DE LA DERECHA CONSERVADORA CON LA MASONERÍA PRESENTADA COMO CENTRO.
En 1933 la CEDA de Gil Robles triunfó totalmente en las elecciones, y, sin embargo, gobernó el Partido Radical de Lerroux, copado por la masonería. Así ocurrió hasta que el escándalo de straperlo hundió dicho partido radical-centrista. Hoy día, la masonería está sin duda infiltrada en el PP, mientras que anida a la descubierta en el PSOE y en otros partidos aliados con él. No creo calumniar a nadie con este aserto.
5º PARALELISMO. HAY CATÓLICOS QUE VOTAN A PARTIDOS LIBERALES Y DE IZQUIERDAS. ESTE VOTO, REDUCIDO EN 1931-1936, ES GENERALIZADO EN 1978-2009.
En la República hubo católicos en el pequeño partido liberal de Alcalá Zamora y Miguel Maura, así como entre los izquierdistas. Si en ningún caso tenían la bendición eclesiástica, todo el mundo conocía la oposición de la Iglesia a estos últimos. La contradicción de los católicos votantes al PSOE, Izquierda Republicana, Acción Republicana etc. era una gran tragedia, personal y colectiva, fruto de la ignorancia de muchos y las falsas promesas de pocos, de la propaganda y el engaño de los incautos, de celos indebidos, del activismo y de unas u otras pasiones.
6º PARALELISMO. EDUCACIÓN ÚNICA, OBLIGATORIA Y LAICA.
NO ES NORMAL NI BUENO que unos padres o una mayoría de padres, desee religión y educación católica para sus hijos, y vea abiertamente burlados sus derechos. Los vieron burlados en la Constitución republicana de 1931 que imponía la escuela única y laica, que arrebatará los crucifijos de las escuelas, y que prohibía enseñar a las órdenes religiosas.
Los han visto burlado cuando la ley de educación de Villar Palasí de 1972, imponía un estatismo y tecnocratismo inadmisible, era anticatólica y antiespañola, según lo demostró Julián Gil de Sagredo en Educación y subversión (Madrid, 1973, 160 pp), y denunció la Comisión Cultural de la Regencia Nacional Carlista de Estella el 28-I-1973. Lo han visto burlado hoy cuando desde 1970, la práctica educativa seguida en muchos colegios católicos vulnera su Ideario católico de Centro. Lo han visto burlado cuando hoy, desde 2007, los Reales Decretos de la asignatura “Educación para la ciudadanía” arrebatan la patria potestad de los padres católicos, los derechos de los alumnos, y el Ideario de Centro educativo, corrompiendo además –según creemos- la conciencia de la juventud.
Los paralelismos son claros: los mismos dogos con distintos collares.
IDENTIFIQUEMOS AHORA LAS DIFERENCIAS.
1ª DIFERENCIA. LA CONSTITUCIÓN DE 1931 ERA ABIERTAMENTE HOSTIL A LA IGLESIA, MIENTRAS QUE LA DE 1978 LO ES MENOS, y hasta hace guiños sociológicos a la Iglesia, mencionándola especialmente por vía de cooperación (Art. 16.3). Ya dijo la Pasionaria antes de 1964 que los comunistas vendrían con la cruz de la paz y con palabras suaves a fin de engañar al pueblo español (Federico Wilhelmsen) (10). Sin embargo, el PP es responsable de 11 puntos de fricción entre el Gobierno de Aznar y la Iglesia, según publicó el diario “La Razón” (11).
2ª DIFERENCIA. MIENTRAS LA CEDA SUSPENDÍA LA APLICACIÓN DE LAS LEYES INJUSTAS DE LA IZQUIERDA, UCD Y PP HAN HECHO LEYES POSITIVAMENTE INJUSTAS, TOLERAN LEYES QUE NUNCA DEBEN SER TOLERADAS, Y APLICAN LAS MALAS LEYES EXISTENTES.
La CEDA se queda como una hermanita de la caridad ante la divorcista UCD, o la píldora del día después del PP, o “Educación para la ciudadanía” y dar dinero a las madres abortistas desde el Gobierno de UPN en Navarra o del PP en Madrid.
A diferencia de lo actuado en la IIª República, hoy es llamativa la aplicación y beneplácito de los liberales en la destrucción de la sociedad y familia mediante el divorcio, el aborto, la pérdida de la patria potestad, la adopción de homosexuales, las parejas de hecho etc.
Sabemos que la posición y el Gobierno piensan en la práctica muy parecido en materias morales y éticas. Incluso el PP de Aznar promovió y legisló aspectos antinaturales y de forma electoralmente fraudulenta, pues por ejemplo la RU-786 no estaba en su programa.
3ª DIFERENCIA. NO ES NORMAL NI BUENO que un país de mayoría social católica, de gran arraigo religioso, muchos votantes católicos ignorantes (¡ay de los pastores de Israel!) y despistados, voten al PSOE moderado o bien a un PP de formas conservadoras pero carcomidas por un liberalismo radical y voraz.
4ª DIFERENCIA. TOMA DE POSICIÓN: LA CEDA ESTABA CONVENCIDA QUE ERA DE DERECHAS MIENTRAS QUE EL PP ABARCA DEL CENTRO-DERECHA AL CENTRO-IZQUIERDA.
Sabemos que el centro en 1931-1936 era masónico, como también el Centro francés de la República previa a la IIª Guerra Mundial. Esto nada tiene que ver con el Zentrum alemán frente a la legislación anticatólica de Bismarck, el “canciller de hierro”, antes de 1890.
Si se identifica el liberalismo con el laicismo, una diferencia es que la CEDA quiso ser de derechas dejando el centro al partido radical (de la masonería), mientras que ahora el PP se vanagloria de ser de centro para captar al electorado de izquierdas.
Y mientras tanto, ¿qué hacen los partidos llamados de centroderecha? PUES NO ES NORMAL NI BUENO que muchos que se quejan de las consecuencias lógicas, rechacen sus causas, esto es, el llamado Derecho político nuevo, el liberalismo político, el racionalismo y naturalismo aplicado al Estado, la política y las costumbres, y el positivismo jurídico. Una vez más tiene lugar la crítica de Vázquez de Mella al liberalismo conservador, para quien éste levantaba tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias.
NADA DE ESTO HA SIDO NORMAL NI BUENO. Y ASÍ ESTAMOS COMO ESTAMOS. Dejemos el ensayo y vayamos al testimonio. Huelga ponderar nuestra situación, donde se desprecia a Dios públicamente y se asesina a cientos de miles de niños en el vientre materno. El Infierno se ha desatado sobre España, sobre la Patria de la Monarquía Católica. Veo un gran signo teológico en todo esto. ¿Qué dijo el santo obispo de Cuenca, Mons. Guerra Campos antes de que don Juan Carlos de Borbón aprobase la ley despenalizadora (pero legitimadora) del aborto?
AHORA, los responsables de los males de ayer, VIENEN CON ALARMAS. Bien está, aunque sea tarde, si la dicha es buena. SIN EMBARGO, nos tememos que muchos sigan en sus errores raíces, errores que provocaron los males que hoy sufrimos. Seguir con los errores de raíz es pésimo porque desvirtúan la reacción que tiene que venir e impiden una restauración.
Responsables de nuestros males son los principios del liberalismo. Si nos referimos a algunas personas, podemos señalar el Sr. Fraga Iribarne, del que conservo una serie de artículos en la 3ª página de ABC, fechados en 1975, antes de la reforma política de Suárez de 1976. Fraga escribía sobre el cambio y de la reforma, y en varias entregas proponía una reforma religiosa, militar, social, jurídica, política, de las autonomías, educativa y económica, para terminar con sus explicaciones sobre “La monarquía de España”. Algunas personas le contestaron en la prensa diaria “El Pensamiento Navarro” (12). Son responsables algunos tecnócratas o “niños bien” que anidaban en el seno del Estado del Régimen anterior a 1975. Son el conocido Ruiz Jiménez con sus “Cuadernos para el diálogo” etc. Son los transicionistas, los transaccionistas hasta promover el liberal-socialismo, UCD y PP entre otros. Responsables de nuestros males son las prácticas de los católicos resabiados de liberalismo, a semejanza de las que hubo en la Restauración alfonsina de 1974: legalistas, malminoristas, oportunistas, reconocementeros, uniones de los católicos con los liberales, transaccionistas etc., tácticas inútiles para el bien y utilísimas para el mal, en su día desveladas por un nutrido grupo de pensadores, sobre todo carlistas y algunos integristas, entre otros. Me refiero a Vicente de la Hoz como director de “La Esperanza”, a Antonio Aparisi Guijarro, Fco. Navarro Villoslada, Gabino Tejado, la primera época de “El Tradicionalista” de Pamplona (Fco. Mª de las Rivas), Cándido Nocedal, Benigno Bolaños “Eneas”, José Domingo Corbató, Mariano Mariano Fortuny y Portell, José Roca y Ponsa, Juan Vázquez de Mella entre los carlistas. Me refiero también a Ramón Nocedal, Juan Manuel Ortí y Lara, Adolfo Clavarana, Manuel Sánchez Asensio, Félix Sardá y Salvany, Botella y Serra, Juan Martín del Campo, Manuel Sánchez Cuesta, Emilio Ruiz Muñoz (seud. Fabio) de “El Siglo Futuro”, Manuel Senante entre los del sector llamado integrista. Citemos también a Jaime Balmes, Ramiro de Maeztu, Vegas Latapie y tantos otros de ayer entre el amplio sector tradicionalista restante.
Yo creo en los verdaderos conversos. Hubo liberales arrepentidos y, sin este arrepentimiento, hoy hubieran quedado olvidados. Por ejemplo, se trata de muchos que después fueron brillantes defensores del catolicismo y la Tradición española: Donoso Cortés, Cándido Nocedal, no pocos “neocatólicos” y un largo etc. Hasta entre los integristas, según decía Ramón Nocedal, sólo Botella y Serra, escritor de “La Avalancha” –predecesor de “Siempre P’alante” de Pamplona- tenía antecedentes totalmente limpios. Citemos también a García Morente, en Francia a André Frossard, en Inglaterra a Chesterton, Belloc, Newman… etc. Yo sí creo en la conversión de los corazones y de las sociedades.
5. COLOFÓN
Ofrecer algo a la sociedad exige tener hecho un largo recorrido interior, con muchos ingredientes utilizados y un largo proceso de cocción. Exige partir de la tesis doctrinal, conjugar como una unidad el Magisterio actual y perenne de la Iglesia, diferenciar bien la situación del mundo con la de España, recoger la experiencia de nuestros mayores y la nuestra propia, y retar al mal a que de respuesta de sí mismo. Lo cierto es lo de siempre:
1º) Se parte de la “Quas Primas” de Pío XI sobre el reinado social de N. S. Jesucristo:
“La celebración anual de esta fiesta (de Cristo Rey) recordará también a los Estados que el deber del culto público y de la obediencia a Cristo no se limita a los particulares, sino que se extiende también a las autoridades públicas y a los gobernantes; a todos los cuales amonestará con el pensamiento del juicio final, cuando Cristo vengará terriblemente no sólo el destierro que haya sufrido de la vida pública, sino también el desprecio que se le haya inferido por ignorancia o malicia. Porque la realeza de Cristo exige que todo el Estado se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos en la labor legislativa, en la administración de la justicia y, finalmente, en la formación de las almas juveniles en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres” (1925, nº 20).
2º) Ajenos a homologaciones mundiales, la situación de España no es como la de otros países. No somos tierra de misión igual que otros países, sino que en España hay mucho misionado y bueno, aunque los frutos a veces estén muy soterrrados. Por supuesto, también entre nosotros son necesarios los apóstoles y misioneros. Lo que quiero decir es que si la corrupción es abundante, se debe más a las leyes y gobiernos, a los medios de comunicación creadores de ambientes, a las trampas del sistema político, al juego que el liberalismo conservador hijo de la revolución hace a la misma revolución… que a la voluntad del pueblo llano y a que lleve una vida corrupta. Hay mucha gente buena, y mucha más podría haber de existir unas condiciones externas mínimas. Esto es clave como argumento.
Además, Pío XI en “Dilectissima nobis” decía que si la separación entre la Iglesia y el Estado es siempre un error, la situación peculiar de España, básicamente católica, la empeoraba (1933, nº 15-22).
3º) Fundándonos en la razón y la experiencia, sabemos que el liberalismo moderado es la antesala al liberalismo radical. Este último se identifica con el PSOE pero también, dentro de la dinámica del proceso de la revolución, con aquel partido situado inmediatamente a su derecha, el que sea.
¿Qué truco ha seguido la revolución racionalista, naturalista y secularizadora? Ha ido alternando, como en el siglo XIX hasta 1923, el paso lento de ciertos tecnócratas, UCD y PP, con el paso rápido del PSOE y sus socios naturales o coyunturales, no pocas veces visionarios y excéntricos.
Desde hace 20 años y más los seglares católicos sin resabios liberales, y desde hace 175 años los tradicionalistas o carlistas, avisamos lo que iba a venir, pero quizás fuimos demasiado cautos al creer que últimamente el paso no iba a ser tan veloz. En pocos años, por efecto de una mala política (y no sólo en el sentido de una política superficial por la que si en España falta la partitocracia no ocurre casi nada), los males se han acelerado de forma increíble. Estamos ante una avalancha de males que sólo puede frenarse con una avalancha de bienes. O bien que el exceso de males provoque una sana reacción. En este último caso, dejar que todo siga su curso origina un nuevo problema, y es: ¿a costa de qué y de quienes? Por eso, se impone el buen trabajo del vendimiador y el correspondiente sacrificio, para reconstruir la sociedad y la sana política.
4º) El ámbito de la política es necesario. Las malas costumbres atacan la Fe católica, y se multiplican de ser toleradas indebidamente y si existen unas malas leyes. Así, el hombre perece retrocediendo necesariamente hasta el paganismo, pues la lucha no es del mundo racional y natural sino de un todo en el que la razón y la naturaleza es sólo una parte. En efecto, la redención de Cristo Rey encadenó para siempre y venció al Maligno. Por eso, están equivocados quienes hoy se lamentan del asesinato de cientos de miles de criaturas y mantienen sus causas, esto es, todo aquello que permite o colabora una pérdida de la fe en la vida privada, en la sociedad y en el Estado. Ya decía Dostoievsky que “si Dios no existe todo está permitido”.
No estoy de acuerdo con el dicho de que el sentido común nos vaya a salvar, aunque sea cierto que es un terreno de alcance universal y debemos apoyarnos en él. Por una parte, el sentido común en España está, por nuestra propia configuración, vinculado de hecho a la Iglesia católica y a nuestras mejores tradiciones. Por otro lado, no hay que inventar nada, sino explicar, clarificar y purificar lo de siempre de aquellas adherencias extrañas y coyunturales. Además, debido al estado de naturaleza caída y a la necesidad de la Redención, no hay sentido común en la práctica sin religión católica, sin Cristo. El naturalismo y el deísmo, con el que empezó a presentarse el liberalismo, y que tan bien desveló Juan Pablo II y actualmente Benedicto XVI, son un craso error. Por algo N.S. Jesucristo vino al mundo y dio ejemplo de vida, y además nos elevó a un plano sobrenatural que no anula la naturaleza sino que la redime, perfecciona y eleva.
5º) En los momentos actuales, cuando muchos claman contra la situación existente, es preciso la unión entre los que tenemos un denominador común: la confesionalidad católica del poder civil.
Que el despertar no suponga un nerviosismo que divida, sino el sosiego del convencido, del fiel, de quien siempre ha afirmado la soberanía de Jesucristo en el individuo, la familia, las sociedades, los pueblos y la suprema potestas de las instituciones civiles, de la cual el Estado actual es una caricatura.
Evitemos las polémicas destructivas. Evitemos la desunión que produce el amor propio, la vanidad, los recelos. El “todos juntos en unión” no es sólo para con los más próximos, sino que se extiende hacia fuera en círculos concéntricos.
Para terminar, leo del conocido escritor carlista navarro Francisco López Sanz:
“(...) Lo decimos y lo repetimos: España tiene que encontrarse a sí misma, no desviándose de puertas afuera y enloqueciendo por imitar y copiar todo lo de unos como ayer enloqueció imitando y copiando lo de otros.
Reconcentrémonos, echemos mano de la rica e inagotable cantera de la Tradición, porque el pueblo que acometió la tarea gigantesca de civilizar un continente y de dotarle de leyes y de un gran patrimonio espiritual, no tiene necesidad de importaciones ideológicas, de no ser en un caso de demencia en que desprecie lo bueno por ser propio y acoja lo dudoso por ser ajeno” (13).
Vázquez de Mella, diputado y orador también carlista o tradicionalista, plasmaba todo un programa político con estas palabras:
“No pidáis moralidad y justicia al Estado liberal, asesino de las naciones; porque, como ha expulsado a Dios de sus principios y sus actos, sólo queda en él lugar para el crimen.
Es un ladrón en grande escala, que, después de haber robado a los pueblos su honor, los despoja de su hacienda, y concluye por burlarse de ellos con cínico sarcasmo, llamándolos soberanos cuando pone sobre sus hombros los harapos de la miseria y en sus manos la argolla de la servidumbre” (14).
Así, “Hagamos de cada corazón un ascua, que todas ellas se junten, que formen una hoguera, que sus llamas tiñan el horizonte con sus resplandores; y si tenemos la desventura y la desgracia de no haber podido realizar estos ideales, que la generación que haya de sucedernos, al dirigir una mirada hacia los que la precedieron, no lance una maldición, sino que, como el caudillo de Israel, hemos visto en las lejanías del horizonte la tierra prometida, y aunque no hemos podido restaurar íntegramente la Patria, siquiera la hemos amado, la hemos conocido y sentido y les hemos dado impulso a ellos para que la reconquisten y rediman” (15).
Muchas gracias, queridos don Jaime Serrano de Quintana y don José Ignacio Dallo Larequi por permitirme abrir el telón de estas entrañables vigésimas Jornadas (16).
Y también muchas gracias a todos vosotros, por haberme escuchado con tanto cariño y paciencia.
“Señor Nuestro, restáuranos. Que brille tu rostro y nos salve”. Viva Cristo Rey del universo.
NOTAS:
(1) VIZCARRA Zacarías, “Peligro para el bien común”, Madrid, Rev. “Ecclesia”, nº 658 (sábado, 20-II-1954), pág. 204-207. Mons Vizcarra era obispo consiliario General de la Acción Católica Española.
(2) VEGAS LATAPIE Eugenio, La frustración en la Victoria. Memorias Políticas 1938-1942, Madrid, Actas, 1995, 540 pp.
(3) Maurice Bardeche Universitas nº 40, junio, 1976. Al Tercio de requetés de Lesaca y luego San Fermín se alistó nere aita Teodoro Garralda Goyena (Ochagavía en el valle de Salazar, Navarra) con sus 19 años, con sólo el amor a Dios y el entusiasmo religioso en el corazón.
(4) Con el título “En perspectiva siete décadas”, ayer, el 15-IV-2009, don José Javier Nagore Yárnoz, notario pamplonés desde 1944 y doctor en Derecho, impartió una conferencia en Pamplona (Civivox Iturrama), organizada por el Taller de Estudios Contemporáneos de Navarra –conservo mis notas-. Vid. la web. y el blog del Boletín Carlista de Madrid (abril 2009).
(5) Treinta testimonios grabados: “Al Padre Dallo en sus bodas de oro sacerdotales. 20 diciembre 1958-2008”. CD José Luis Díez Jiménez, 2008, Radio JLD. Unidad Católica de España.
(6) Laudatio por el nº 400 de SP’, Zaragoza 30 de abril de 2000
(7) Tales como Jaime Balmes, Antonio Aparisi Guijarro, Cándido y Ramón Nocedal, Adolfo Clavarana, Manuel Sánchez Asensio, Emilio Ruiz Muñoz (seud. Fabio), Félix Sardá y Salvany, Juan Vázquez de Mella, Manuel Senante, Ramiro de Maeztu y tantos otros de ayer. Discípulo también de aquellos otros que escribieron en "La Avalancha", quincenal ilustrado católico de Pamplona (1895-1950) y antecesor de “Siempre P’alante”, como Cristóbal Botella y Serra (seud. Estanislao, Pedro Crespo), que considero el equivalente a Ruiz de Galarreta, Juan Martín del Campo (seud. Chafarote), Manuel Sánchez Cuesta (seud. Mirabal) etc.
(8) En una ocasión, el desaparecido “Diario 16” informaba al público sobre las Jornadas calificándolas de “integristas”. No era de extrañar en semejante diario. La vivencia íntegra del catolicismo no se expresa adecuadamente con el calificativo “integrista”, pues este término hoy tiene una denotación peyorativa. El resto de la noticia estaba en consonancia con este temple. “Diario 16”, 10-V-1992, pág. 16.
(9) Las XX Jornadas anuales se han desarrollado bajo los siguientes títulos, y en los correspondientes lugares y años:
I. Toledo 1989, La Unidad Católica
II. Escorial 1991, Más sobre la Unidad Católica
Zaragoza:
III. 1992. Unidad católica y las religiones falsas
IV. 1993. El liberalismo es pecado
V. 1994. Los católicos y la política
VI. 1995. Los católicos y la violencia
VII. 1996. Los católicos, la Cristiandad, y el mundialismo
VIII. 1997. Los católicos españoles y la propagación hoy de la fe
IX. 1998. Los católicos españoles y sus relaciones con los católicos extranjeros
X. 1999 La europeización de España, factor de su descristianización
XI. 2000. Los católicos y los asuntos pendientes en la vida pública
XII. 2001. Los católicos en la vida pública española durante el último cuarto del siglo XX
XIII. 2002. Los católicos y el patriotismo tradicional español
XIV. 2003. Los católicos españoles y la Constitución de 1978
XV. 2004. Los católicos y el despliegue actual del Islam en España
XVI. 2005 La movilización de los seglares católicos españoles
XVII.2006 Ante la próxima visita del Papa Benedicto XVI a España
XVIII. 2007 Los católicos y la memoria histórica
XIX. 2008 Los católicos españoles ante el bicentenario de la invasión napoleónica
XX. 2009 Los católicos españoles contra el laicismo (1939-1989-2009). 70 años de la Victoria
A quien esto suscribe le ha correspondido desarrollar los temas siguientes, punto de arranque de otros trabajos e investigaciones sobre el mismo tema, publicadas en otros foros: “San Fray Ezequiel Moreno, campeón frente al liberalismo“ (1993), “Proyección sociopolítica en los Congresos Católicos“ (1994), “Respuestas a la violencia institucional y legal“ (1995), “La unificación del mundo a través de la Historia“ (1996), “Los espectáculos, las peregrinaciones, las concentraciones de masas y la propagación de la fe“ (1997), “Enseñanza de la Historia: los católicos extranjeros y la Cruzada española de 1936-1939“ (1998), “La influencia anticristiana de las europeizaciones desde la Revolución francesa“ (1999), “Laudatio de “Siempre P’alante” nº 400“ (2000), “Manipulación ideológica de la educación“ (2001), “Patriotismo fundamental, amor a los padres y Constitución“ (2002), “La Constitución de 1978 y el mal menor“ (2003), “La civilización católica frente al liberalismo y el Islam“ (2004), “Nuestra movilización apostólica por el reinado Social de N. S. Jesucristo“ (2005), “Actuaciones del Vaticano sobre algunas situaciones políticas de hecho en la Historia de España“ (2006), “Persecuciones religiosas en el siglo XIX“ (2007), “La penetración del ideario de la revolución francesa en el constitucionalismo del siglo XIX“ (2008), y “XX Jornadas de la Unidad Católica“ (2009).
(10) WILHELMSEN Federico, El problema de Occidente y los cristianos, Sevilla, Ecesa, 1964, p. 11.
(11) “La Razón”, Sec. “Fe y Razón”, Año II, nº 43, sábado 25-XI-2000. Irritación de la Iglesia por la política del Gobierno de Aznar.
(12) Por ejemplo, la Junta Directiva del Círculo Familiar Virgen del Camino, en “Los de ayer. ¿Todo para el pueblo?, pero sin el pueblo”, en “El Pensamiento Navarro” (EPN), miércoles, 22-X-1975. Así mismo, Eulogio Ramírez, “Las reforma religiosa de Fraga”, EPN, 11-X-1975.
(13) SAB, Relente (De los editoriales de “El Pensamiento Navarro”), Pamplona, 1942, pág. 18.
(14) VÁZQUEZ DE MELLA. Obras completas, Madrid, Junta del Homenaje a Mella, 1933, XXX vols. vol. II, pág. 251 ss., Artículo publicado en El Correo Español el 01-02-1890.
(15) VÁZQUEZ DE MELLA, o. cit. vol. I pág. 104 ss., Discurso en el Teatro de la Zarzuela el 31-05-1915.
(16) Una crónica de estas XX Jornadas vid. “Siempre P’alante”, nº 607; y en la web. y blog del “Boletín Carlista de Madrid” (mayo 2009).
José Fermín Garralda Arizcun
(Pamplona – Navarra)
A. M. G. D.
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LA IGLESIA CATÓLICA Y LA RESTAURACIÓN
JAIME SERRANO DE QUINTANA
INTRODUCCIÓN
A/ Antecedentes
El periodo de relaciones de la Iglesia y el Estado Español, que vamos a estudiar en la presente ponencia, es la de la RESTAURACIÓN, ocasionada -como de todos los presentes es sabido- por el golpe militar del General MARTÍNEZ CAMPOS DE 1874, y que tuvo como inmediata consecuencia, la imposición de la Corona al hijo de la Reina proscrita y desterrada en Paris ISABEL II.
Dado el espíritu de las Jornadas en general y al tema de esta ponencia en particular, nos centraremos en la faceta religiosa (y antirreligiosa) de este periodo, a su vez consecuencia reactiva, frente a los hechos ocurridos en España, a partir de la GLORIOSA de 1868, y la posterior Constitución de 1869, así como a las medidas antieclesiales, no solo anticlericales, a la persecución religiosa, a la Ley de Libertad Religiosa y a la del matrimonio Civil Obligatorio.
Nos remitimos, por ello, a lo dicho por nosotros el pasado año en esta misma sala.
B/ ELENCO DE PROTAGONISTAS DE ESTE PERIODO
En este epígrafe, intentaremos hacer una pequeña selección de personas, movimientos, partidos y asociaciones, que tuvieron participación decisiva durante estos casi sesenta años de la vida de España, bien directa, bien indirectamente en el plano político en general, y en las relaciones Iglesia–Estado en concreto, tema –recordemos- objeto de esta exposición.
Somos conscientes de dos dificultades a salvar, a saber:
La primera, derivada de la amplitud del arco temporal abarcado, nada más y nada menos, desde 1874 hasta 1931.
La segunda, la lógica y justa puesta en entredicho, a una selección elaborada a través de un prisma subjetivo.
Recogemos el reto y nos limitaremos, a trazar unas simples líneas biográficas de ciertos nombres, por entender que son de algún modo prototipos o puntos de referencia, en el transcurso de estos largos, veloces y conflictivos años Nos arriesgamos aun a sabiendas que alguno de nuestros oyentes nos pueda objetar la omisión de alguna personalidad. Lo dejamos a su condescendencia y lo aplazamos al debate posterior a la lectura.
Haremos una división previa entre personas y llamémosles entidades de fuerte implantación social.
Las primeras, la subdividiremos, en personas encarnadoras de una institución y en aquellas que poseen luz propia y hasta cierto punto independiente.
Las segundas dada su heterogeneidad, serán analizadas desde ángulos variados.
1º.- Personas:
a) Ligadas a una Institución
LEON XIII. Papa cuyo pontificado duró desde 1878 hasta 1903. Debemos por justicia dentro de este periodo, hacer una breve mención a su antecesor Pío IX (Giovanni Mastai-Ferretti) el Sumo Pontífice que declaró el Dogma de la INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARIA, que convocó el Concilio VATICANO I y que fue hecho prisionero por las fuerzas garibaldinas el 20 de Septiembre de 1870. Ahora bien este Pontífice se escapa por motivos existenciales del ámbito del tema que nos ocupa, aunque su influjo le sobrevivió.
Vicenzo Gioachimmo Pecci, elegido Papa como LEON XIII, y cuyo Pontificado, abarcó desde 1878 a 1903, tuvo que afrontar la compleja situación en que se encontraba la Iglesia tras la desaparición de su antecesor.
Su relación con España fue indirecta, pero repercutió en gran manera en el campo social con la ENCICLICA RERUM NOVARUM, y en el plano político por su política de acercamiento a la III República francesa -sin dejar de combatir con vehemencia al laicismo y a la masonería- y por la finalidad de su ENCICLICA NOBILISSIMA GALLORUM GENS, en favor de la unidad de los católicos franceses, ante las políticas anticatólicas de los distintos gobiernos republicanos.
El Papa PIO X, elevado posteriormente a los altares ocupó la sede de Pedro entre 1903 y 1914. Su Pontificado tuvo efectos más directos en España, primero por designar como Secretario de Estado a un cardenal español MERRY DEL VAL y en segundo lugar por las tensas relaciones con el gobierno español presidido por CANALEJAS, llegando al rompimiento de las relaciones diplomáticas en 1910 a causa de la denominada LEY DEL CANDADO, de lo cual hablaremos mas adelante.
Su condena al modernismo y al movimiento Le Sillon, tuvieron en España una repercusión más tardía ya cerca de la II Republica.
ALFONSO XII. El hijo de la desterrada Isabel II, fue “devuelto” a España, gracias al Golpe de Sagunto, el 29 de Diciembre de 1874, perpetrado por el General Martínez Campos, con el objetivo de poner fin a la anarquía republicana y frustrar cualquier posibilidad de la toma del, poder por Carlos VII
Su base política giró entorno a tres hombres públicos: Martínez Campos, Cánovas del Castillo y Sagasta.
Consolidó la Restauración a pesar de la inestabilidad política del momento, atentados frustrados contra su persona y la de su esposa -que finalizaron dicho sea de paso con la ejecución de los autores-, levantamientos militares republicanos y la continuación de la III Guerra Carlista.
En relación con la Iglesia, su reinado gozó de la mediación del Papa León XIII, en su tensión y posible guerra con Alemania, por las Islas Carolinas.
ALFONSO XIII, hijo del anterior, era el Rey Liberal por excelencia “Católico como español, y liberal como hombre de mi época”. Continuó con la política general de la Restauración, teniendo que soportar un fuerte movimiento huelguístico e importantes brotes anarquistas.
De destacar en su reinado “efectivo” (esto es después de la Regencia de su madre) tuvo dos hitos positivos: Su neutralidad durante la Primera Guerra Mundial, con serias dificultades de equilibrio, dentro de su propia familia y posteriormente la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, hecho que sin duda contribuyó sustancialmente a su perdida del trono.
b) No representativas de institución alguna.
ANTONIO CANOVAS DEL CASTILLO, dirigente prototípico del Conservadurismo, procedía del antiguo partido UNIÓN LIBERAL, forjado por el ala más progresista de los moderados -como es el caso de Cánovas- y el sector más moderado de los progresistas.
Fue paladín de la Restauración y creador del “turnismo”, con Sagasta.
De destacar en él fue su aproximación a León XIII, llegando éste a mediar en el conflictivo litigio de las Carolinas, evitando la guerra con Alemania. La ejecución de ocho anarquistas en el Castillo de Montjuich en Barcelona le costó la vida, al ser asesinado por el anarquista italiano Angiolillo
PRAXEDES MATEO SAGASTA, la otra cara de la Restauración, iniciando su actividad en las filas del Partido Progresista, fue un gran anticlerical grado 33 de la Masonería, aunque nunca se autodeclaró como anticatólico, incluso al principio de su actividad política siendo diputado por Zamora, defendió la Unidad Católica de España y se opuso a la Libertad de Cultos, lo cual sorprendió muchísimo a sus propios correligionarios. Nunca más volvió a tocar la cuestión religiosa, al menos de forma directa.
Tras participar en varias intentonas golpistas de ideología progresista y republicana, ser condenado a muerte, sentenciado a prisión y posteriormente desterrado, fue suavizando poco a poco su actitud política y de ahí su rompimiento –político y personal– con otro político progresista y también masón Ruiz Zorrilla, y su colaboración decisiva en favor de la Restauración de la corona en la persona de Alfonso XII. Posteriormente mantuvo un distanciamiento y consiguiente enfrentamiento con su “sucesor” en el parido Liberal, Canalejas, motivado por el atemperamiento del primero en la política religiosa.
Activísimo parlamentario, -pronunció 2542 discursos, fue diputado en 16 Cortes y en 34 legislaturas- murió el 3 de Enero de 1903, asistido espiritualmente por un obispo.
ANTONIO MAURA MONTANER, proveniente del campo liberal, ingresó en el Partido Conservador, atraído por la figura de Silvela Reformista en los social y en lo administrativo, fue el jefe indiscutible del Partido Conservador.
Tuvo que afrontar el estallido revolucionario de la ”Semana Trágica” de Barcelona, el posterior fusilamiento de Ferrer Guardia, e incluso dos atentados anarquistas -distanciados en el tiempo- para ser cesado de sus funciones y de su representatividad política conservadora, creándose por este motivo una corriente entre la juventud conservadora denominada Maurismo, cuyo presidente seria el futuro republicano Ossorio Y Gallardo.
Finalizó su vida política y la biológica, ocupando la jefatura del gobierno tras la batalla de Annual y oponiéndose al Directorio del General Primo de Rivera.
JOSÉ CANALEJAS MENDEZ, sucesor nato de Sagasta mantuvo con él serias diferencias, especialmente en el terreno de las relaciones Iglesia-Estado. Llegó a la política de la mano de Cristino Martos, siendo elegido diputado en 1881 por Soria.
En 1884, defendía en el Parlamento, la independencia del Estado respecto a la Iglesia, la libertad de cultos y de conciencia, el sometimiento de los institutos monásticos a una nueva Ley de Asociaciones de carácter civil –en esto consistió la llamada ”Ley del Candado” de la que hablaremos más adelante- y substracción de la escuela pública de cualquier dogmatismo religioso. No obstante, no se mostraba contrario a la confesionalidad del Estado, por imperativo constitucional, pero solamente a los efectos de protocolo, sin suponer con ello privilegio alguno.
Se mantuvo firme frente a los movimientos de eclosión política y social, lo cual, al igual que le ocurrió a su predecesor Cánovas le costó ser asesinado por el anarquista Pardiñas.
EMILIO CASTELAR RIPOLL, figura esencial, para entender y conocer, el movimiento republicano en España. Presidente de la I República. Sin abdicar de su ideología republicana, creó un partido el POSIBILISTA, con el fin de colaborar directamente con el Partido Liberal y así indirectamente con la Restauración Monárquica
Sobresalió, en las Cortes Constituyentes de 1869, siendo elegido diputado por Zaragoza, defendiendo la Ley de Libertad de Cultos, en altas y profundas disquisiciones contra el canónigo Manterola, contrario a la aprobación de dicha norma.
ALEJANDRO LERROUX, a diferencia del anterior, representante del republicanismo autoritario e intelectual, el político de La Rambla, es el ejemplo del republicanismo demagógico y vocinglero, de fuerte contenido anticlerical y anarquizante, primero en la prensa, luego en la tribuna.
Se inició en el Partido Progresista, apoyando la facción del doctor Esquerdo, se adhirió posteriormente a la UNIÓN REPUBLICANA de Nicolás Salmerón, rompiendo con él posteriormente, por oponerse a su integración en Solidaridad Catalana. Tuvo su centro de actuación en Barcelona, donde se le denominaba “Emperador del Paralelo”, rodeado y fortalecido por los “jóvenes bárbaros” su verbo era muy temido.
Claro ejemplo de evolución, su Partido Radical fue perdiendo –si se me permite el juego de palabras- radicalismo. De aquel Lerroux que exhortaba “a levantar el velo a las novicias elevándolas al honorable título de madres” pasaba a pronunciar en la Casa del Pueblo de Barcelona las siguientes palabras en 1914 “( ...) no podemos ya así hablar al pueblo, porque le engañaríamos, ya que estamos convencidos de que la revolución de barricadas no es posible”.
RAMÓN NOCEDAL Y ROMEA, hijo del no menos insigne pensador y político tradicionalista Cándido Nocedal -fundador de los periódicos LA CONSTANCIA y EL SIGLO FUTURO- fue disidente desde el SIGLO FUTURO de la política oficial del Carlismo, usando al igual que en el Parlamento un tono irónico, no carente de profundidad.
Finalizó su tarea política constituyendo EL PARTIDO INTEGRISTA en 1885, basado en la defensa de la Tradición, soslayando si es necesario la cuestión dinástica.
Este partido desapareció siendo su dirigente José Mª Senante, a la llegada al poder del General Primo de Rivera.
JUAN VAZQUEZ DE MELLA, tribuno tradicionalista por excelencia, ingresó en las filas carlistas de la mano del marqués de Cerralbo, siendo elegido diputado por Estella.
Defendió con altura intelectual y combatividad los principios del tradicionalismo. Sus argumentos doctrinales giraban en torno a la Unidad católica de España, la Monarquía Cristiana y la Libertad Municipal. Sus “ideas nacionales” fueron la unión con Portugal, la recuperación de Gibraltar y la necesaria e íntima relación con Hispanoamérica.
En 1919 tras el apoyo de don Jaime a la causa aliada durante la GRAN GUERRA, se escindió del Carlismo fundando EL PARTIDO TRADICIONALISTA y un periódico EL PENSAMIENTO ESPAÑOL.
PABLO IGLESIAS, el líder socialista por antonomasia, miembro de la asociación de tipógrafos, llamada NUEVA FEDERACIÓN, estableció JUNTO a otros, las bases de lo que sería el futuro PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL, el día 2 de mayo de 1897 en una fonda de la calle Tetuán de Madrid. En su mano estuvo al mismo tiempo el control del nuevo partido organizado en 1888, el de la UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES, creada el mismo año en Barcelona y la dirección del periódico EL SOCIALISTA.
Salió elegido diputado en 1910 -el primero de la historia española- siendo su primer discurso totalmente incendiario, pues claramente propugnó entre otras cosas la supresión de la Iglesia, entre otras instituciones como el Ejército y la Magistratura. En el mismo discurso a causa de la represión contra participantes en la Semana Trágica de Barcelona, afirmó rotundamente que el jefe del gobierno Maura y su partido no deberían de nuevo gobernar, aunque las urnas les diesen la victoria (argumento que repetiría más tarde Largo Caballero), llegando incluso a amenazarle personalmente diciendo “Tal ha sido la indignación por la política del gobierno, presidido por el Sr Maura en los elementos proletarios que nosotros (........) hemos llegado al extremo de considerar que antes que SS. suba al Poder debemos ir hasta el atentado personal”
MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO, insigne polígrafo, uno de los más preclaros intelectuales católicos españoles, defensor a ultranza la unidad católica de España y de la gloriosa Tradición Española. Como es imposible reproducir en pocas líneas toda su sapiencia, nos limitaremos a transcribir unas frases de su Discurso Preliminar para la publicación de su magna obra HISTORIA DE LOS HETERODOXOS ESPAÑOLES:
“(.....) mi historia será parcial en los principios; imparcial, esto es veracísima, en cuanto a los hechos (....) en una palabra, con claridad hacia las personas, sin indulgencia para los errores. Diré la verdad lisa y entera a tirios y troyanos sin retroceder ante ninguna averiguación, ni ocultar nada, porque el catolicismo, que es todo luz, odia las tinieblas y ninguna verdad puede ser hostil a la verdad Suma”, afirmando más adelante respecto a los distintos movimientos heréticos “que solo se explican refiriéndolas al principio de que aberran”
RAMIRO DE MAEZTU, el gran apóstol de la Hispanidad -junto al padre Zacarías Vizcarra-, es uno de los pensadores clave en este periodo. Tras un cierto decantamiento hacia tesis no ortodoxas, se convierte en un contundente defensor de la Tradición Católica de España, y así en su artículo RAZONES DE UNA CONVERSIÓN escribe, después de autoimpugnar el título, puesto que nunca había abandonado los lazos con la Iglesia, lo siguiente “(.....) he pensado durante muchos años, y todavía lo pienso en cierto modo, que los españoles de los siglos XVI y XVII habían sacrificado a la gloria de Dios y de la Iglesia los intereses inmediatos de la Patria” agregando después “(....) Así hemos vuelto a España, que fue nuestro punto de partida. Al fin todo ello me encuentro con que mi Patria perdió su camino cuando empezó a apartarse de la Iglesia, y no puede encontrarlo como no se decida de nuevo a identificarse con ella en lo posible”.
MIGEL DE UNAMUNO es el reverso de la medalla de los dos pensadores anteriores. No es un pensador monolineal, por el contrario es contradictorio en muchos de sus pensamientos.
Desde el punto de vista religioso católico, adolece de algunos errores:
El primero es confundir lo supraracional con lo irracional y llegar a una conclusión fideísta-racionalista, negando cualquier acercamiento de la Fe y la razón, de este modo Julián Marías en su libro MIGUEL DE UNAMUNO nos describe su posición “(....) el volumen capital de su heterodoxia no estriba en sus afirmaciones, sino mas bien en la negación de que se pueda afirmar o conocer nada en relación con Dios. El error radical de Unamuno no es tanto el lanzarse por una vía descarriada como el cerrarse la posibilidad de acceso al tema de la Divinidad”.
Otra de su deformada actitud religiosa, consistía en querer y buscar una religión sin dogmas y sin jerarquía, así nos dice en una de sus CARTAS INTIMAS “Hoy por hoy me encuentro con que solo acepto a Cristo y al Evangelio; y es que todo lo que el espíritu del Evangelio me enardece, me enfrían los dogmas de la Iglesia...”
Por último es de destacar en el pensador vasco (y españolísimo) su concepción de lo religioso como un humanitarismo más que como Fe. Esta tesis la desarrolla en su novela SAN MANUEL BUENO MARTIR, en donde el protagonista es un párroco que no cree en lo que predica, siendo la razón de su equivoca actitud la felicidad y “vana” esperanza del más Allá en sus feligreses.
JOSE ORTEGA Y GASSET, a caballo entre el ateismo y el agnosticismo, defendió que la necesidad de relanzar a España a la modernidad era desculturalizarla católicamente, creando un Estado confesional laico.
Al igual que Unamuno desea una Iglesia Católica sin dogmas y sin jerarquía Su referencia es el padre Pietro Maironi protagonista de la novela del escritor italiano Antonio Fogazzaro. La interpretación que da este autor a la iglesia es totalmente modernista en el sentido del conjunto de doctrinas condenadas por san Pío X. De ahí que el pensador español escribiese “(...) Mas esta formula del futuro catolicismo predicado por El Santo nos hace pensar a los que vivimos apartados de toda iglesia: si fuera tal el catolicismo, ¿no podríamos nosotros ser también católicos?“.
2º.- Sujetos Colectivos
PARTIDOS CONSERVADOR Y LIBERAL, representan el sostén de la Restauración, son interdependientes. De ideología liberal ambos, son herederos respectivamente de los antiguos MODERADOS y PROGRESISTAS. Los primeros más propicios a una entente cordial con la iglesia, los segundos más reticentes. Más que en las diferencias de los dos partidos “turnistas” , la conflictividad de estos dos grupos se encontraba más que en el contraste entre ambos, en las diferencias internas respectivas
CARLISMO, mantuvo con hidalguía su ideario, contando con grandes figuras en la oratoria y en el pensamiento. No obstante estaba algo debilitado tanto por la problemática cuestión sucesoria, como por la triple escisión – Integristas, Carlistas y Tradicionalistas- habida en su seno. A esto se le agregaba la nula asistencia expresa o tácita de Roma hacia la Comunión, la deserción del General Cabrera y la pérdida de la III Guerra Carlista.
REPUBLICANISMO, muy heterogéneo, posee dos caracteres que lo definen: su laicismo y sus personalismos. De una forma algo esquemática diremos que existían dos grandes grupos: los Unionistas y los Federalistas.
SOCIALISMO habiendo hecho referencia a este partido al hablar de Pablo Iglesias, solo cabe mencionar, por un lado su progresiva implantación en España y su permanente división interna.
ANARQUISMO representa la competencia del anterior. Su implantación fue muy importante, en una triple dimensión: El terrorismo , la lucha social y la penetración ideológica en lo cultural.
IGLESIA ESPAÑOLA, su nota principal es su diplomacia, oscilando su actitud beligerante en función de la actitud anticlerical de los distintos gobiernos. Nos referimos claro está a la Jerarquía, ya que la posición de los clérigos “de a pie” era muy variada, abarcando desde el carlismo, hasta los distintos separatismos o regionalismos muy acentuados.
EJERCITO, básicamente liberal y constitucionalista. No obstante fue formándose en su seno distintas facciones más o menos autoritarias o ultraprogresistas. De destacar la participación de militares en levantamientos de carácter republicano, y también la penetración en esta institución de la masonería.
COMPAÑIA DE JESUS, dentro del ambiente anticlerical y antirreligioso, fue siempre el blanco más apetecido, tanto por la influencia de la Orden, como por su espíritu de milicia, como por su cuarto voto de obediencia al Papa.
MASONERIA, continuo su actitud descristianizadora y anticlerical, a pesar de la existencia de diversas ramas. Se debe recordar que en este periodo se escribe la Encíclica de LEON XIII HUMANUM GENUS donde se la define como “naturalismo organizado”.
KRAUSISMO, no fue solo una filosofía, se convirtió en una pedagogía y en una nueva moral. Su creador, de donde proviene su nombre, el alemán KARL KRISTIAN KRAUSE, quien defendía un sucedáneo del panteísmo, el Panenteísmo, se oponía a la preponderancia e incluso a la existencia de una labor educativa por parte de la Iglesia.
Su principal figura fue Julián Sanz del Río, encontrándose dentro de sus seguidores el prócer liberal Gumersindo de Azcárate y el que fuera presidente de la I República Nicolás Salmerón y el escritor Leopoldo Alas “Clarín”
INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA, fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos, pretendía una enseñanza aconfesional; su proyección era tanto la enseñanza universitaria, como la secundaria. Fomento la coeducación así como la enseñanza del deporte y el arte.
A la muerte de Giner le sucedió BARTOLOME DE COSSIO y poco a poco fue decayendo su influencia.
ASOCIACIÓN CATÓLICA NACIONAL DE PROPAGANDISTAS, entidad fundada por el padre jesuita ANGEL AYALA director de la Congregación Mariana de Madrid, el 4 de Noviembre de 1908, siendo elegido el periodista ANGEL HERRERA –futuro cardenal- como presidente el 3 de Diciembre
Esta asociación aspiraba a ser un aglutinante espiritual católico para todos los que actuaban en la vida pública, por encima y por delante del partidismo político.
3º.- Dos libros frente a frente.
La imprenta siempre ha jugado un papel decisivo -como es de todos sabido- en las pugnas políticas de cada momento.
Este periodo no podía se una excepción, de ahí el título de este epígrafe.
Se podrían señalar varios títulos de obras que despertaron serias polémicas, e incluso graves alteraciones de orden público, sin embargo vamos a ceñirnos a dos, las cuales cada una en su género -una es un ensayo, la otra una novela posteriormente adaptada al teatro- despertaron pasiones y que podemos designar como paradigmáticas:
Por un lado el ensayo del sacerdote de Sabadell, escrito en 1884, don FELIX SARDÁ Y SALVANY, EL LIBERALISMO ES PECADO, en donde se hace un minucioso examen de la doctrina liberal, sin excepción de grados, e incluso de especies. Nos estamos refiriendo en este caso al llamado Catolicismo Liberal, al que define como “paganismo puro con lenguaje y formas católicas”
Este libro desató la inquina tanto en el campo laicista y racionalista como en el propio católico.
El segundo libro es la novela del escritor asturiano RAMÓN PEREZ DE AYALA, titulada A.M.D.G, en clara alusión a la enseñanza religiosa y especialmente jesuítica -nos remitimos a lo dicho en este aspecto anteriormente-, convertida en bastión de la polémica Iglesia, sociedad civil o si se prefiere la influencia de aquélla en ésta.
El libro fue adaptado más tarde (en época que escapa de nuestro estudio) al teatro, lo que ocasionó alteraciones de orden público.
El eje del libro consiste en una denuncia contra la enseñanza impartida por los padres jesuitas –según el autor, quien leda un cariz autobiográfico- por su talante autoritario, por su contenido moral, por su visión escatológica, por su interpretación de los textos ignacianos, etc, etc.
En resumen hemos plasmado aquí el campo de juego o si se prefiere de batalla, en que se desarrollará el núcleo de la presente ponencia.
I / MARCO HISTORICO.
A/ ESPAÑA.
Periodo evidentemente no solamente largo, sino también cambiante y dinámico, es el que pretendemos afrontar con un mínimo de rigor académico Por ello nos limitaremos, por razón del tiempo, a esbozar unas líneas descriptivas.
Encabeza este periodo, el golpe de Estado del General MARTINEZ CAMPOS de 29 de Diciembre de 1874, que restauró la monarquía en la dinastía borbónica.
Fue vino viejo en odres nuevos, que alteraron el sistema político (no la filosofía que seguía siendo liberal), estableciéndose el denominado turnismo, basado en la alternancia compartida de dos partidos el CONSERVADOR y el LIBERAL, cuyos dirigentes y máximos exponentes eran respectivamente ANTONIO CANOVAS DEL CASTILLO y PRAXEDES MATEO SAGASTA. El primero recogía en su seno a los viejos moderados, a los antiguos miembros de la Unión Liberal y a los unionistas católicos de ALEJANDRO PIDAL.
El sistema tenía dos pilares el propiamente doctrinal y el organizativo.
El primero fundamentado en la firmeza de unos principios cuya misión era garantizar la estabilidad del nuevo régimen, la monarquía, la libertad, el derecho a la propiedad privada, la aceptación de la dinastía alfonsina (con clara prevención hacia la dinastía carlista), y el gobierno conjunto de la Cortes y la Corona.
El segundo consistía en el como se ejercía el turno de ambos partidos. El momento del cambio del partido en el poder se hacía, no en virtud de unas elecciones, sino que se ejercería tras un acuerdo previo entre los mismos y a posteriori se celebrarían los comicios
Desde el punto de vista práctico, ocurrió que la celebración de la elecciones por el Partido Designado favoreció el fraude y el caciquismo, lo cual restaba autenticidad al sistema. De otra parte, la realidad del desenlace político, conllevó a que los liberales llevaran la iniciativa de todos los proyectos legislativos, siendo el partido conservador un mero receptor, un “moderado” freno. Lo cual también viciaba al sistema.
De destacar fue la promulgación del Constitución de 1876, de la que hablaremos más adelante, vigente hasta la constitución republicana de 1931.
Todo esto quedaba adobado por la aparición de fuertes movimientos sociales, muchos violentos y la aparición del anarquismo y el socialismo en nuestra Patria; el surgimiento de una fuerte corriente intelectual dividida en dos sectores que simplificando podríamos denominar: Católico y librepensador y por último “el 98” con la pérdida de Cuba.
De este modo el Siglo XX inició su andadura en España, con el signo de la conflictividad, de la precariedad y de la inestabilidad.
España se convertía en un gran problema, a su vez integrada por grande cuestiones problemáticas:
a) El terreno político que ya hemos apuntado anteriormente, con su debilidad, con su acarreamiento de inauntenticidad o de vacío doctrinal finalizando con el desahucio de ambas formaciones políticas.
b) El surgimiento de ciertos nacionalismos periféricos que contribuyeron aún más a la marcha eficaz del sistema.
c) La cuestión social, arropada con intensa conflictividad, incluida violencia y más concretamente existencia de un terrorismo organizado.
d) El tema religioso y de las relaciones Iglesia–Estado, de la que trataremos inmediatamente.
Todo lo hasta aquí expuesto, aunque de manera somera, dio lugar al Golpe de Estado Militar del General Don MIGUEL PRIMO DE RIVERA Y ORBANEJA de 13 de Septiembre de 1923, efectuado con la anuencia del Rey ALFONSO XIII.
Se subdividió este periodo en dos, el propiamente militar Directorio, hasta 1926 y posteriormente el llamado gabinete civil, integrado por valiosísimas personalidades procedentes de todos los ámbitos profesionales.
No es aquí el momento de estudiar las obras realizadas en este periodo, bástenos señalar a “grosso modo” la recuperación del orden público, un freno a la antireligiosidad, una defensa de la unidad de España, un desarrollo económico y social y la solución de la guerra de África.
La política profesional no le perdonó su marginación y presionó al Rey a su destitución.
Acto seguido la formación de la denominada Dictablanda del General Berenguer y el gobierno del Almirante Aznar, impotentes para solucionar nada y por el contrario incapaces de evitar la caída de la Monarquía y la implantación de forma ILICITA e ILEGAL de la l I Republica Española.
B/ EUROPA PROXIMA
Nos circunscribiremos por motivos obvios al binomio Religión-Política y al de Iglesia-Estado.
a) FRANCIA
Periodo correspondiente al de la III República, iniciada en 1870 tras la caída del II Imperio.
Su eje laicista se consideraba consubstancial al nuevo régimen, no solamente como contraposición al pasado, sino también por su antitesis al Syllabus, redactado por Pío IX en 1864, motivo por el cual se presentaba a la Iglesia como enemiga de la libertad, de la democracia y del progreso científico y por consiguiente de la República.
La iglesia atravesó durante este periodo una gran y cruenta persecución. La Comuna de París (1871) fusiló al arzobispo Darboy y 62 sacerdotes y seglares católicos. La masonería campó con tota prepotencia, el anticlericalismo se convirtió en moneda de uso común en los debates y discursos políticos del momento. “El clericalismo es el enemigo” decía Gambetta en la Cámara. Desde el ministerio se desató una persecución incruenta, pero al fin y al cabo persecución. Se negó a las Facultades Católicas conceder grados académicos, y fueron suprimidas las escuelas religiosas y sus casas, con una hostilidad especialmente contra los jesuitas, al mismo tiempo que se prohibía la enseñanza de la Religión en la escuela pública, expulsando de la misma a sacerdotes y religiosos.
Por si esto no fuera bastante, se procedió a la secularización de los cementerios, y a la clausura de 261 monasterios masculinos.
El Papa León XIII intenta una aproximación a la República en 1892, mediante la política conocida como Ralliement, mas este gesto fue inútil e incluso nocivo, ya que fomentó la división de los católicos -no solo franceses- por un lado, y por otro no logró impedir la campaña anticatólica de 1901, en que fueron nuevamente cerradas 10.000 escuelas católicas, fueron suprimidas más ordenes religiosas y confiscados todos sus bienes.
En suma la descristianización de Francia gozaba de buena salud.
b) ITALIA
La izquierda italiana adoptó desde el principio una actitud anticlerical, a partir de la creación del Estado Italiano que se forjó en contra precisamente del Papado. Por otro lado El Papa Pío IX, como consecuencia de la línea antirreligiosa del nuevo Estado, prohibió a los católicos el ser elegidos y electores.
Las medidas disciplinares conducentes a aislar a los católicos de la vida política italiana, fueron suavizadas por el Papa PIO X en 1913, permitiendo en momentos gravísimos, y por cusas no menos graves, la participación de los católicos en política, formándose para ello LA UNIONE ELETTORALE.
c) ALEMANIA
La política de Bismarck, canciller del nuevo Estado alemán, respecto a la Iglesia, se caracterizó por una lucha-temor hacia la Iglesia Católica, con la intención de evitar que la Iglesia se convirtiese en un Estado paralelo.
A mayor abundamiento, los católicos alemanes se organizaron el en llamado Partido del Centro, lo cual impulsó al canciller a establecer en 1872 su política antirreligiosa denominada KULTURKAMPF, con la legislación en 1873 de leyes sancionadoras contra los sacerdotes que se negaran a someterse a la política del Kulturkampf.
Posteriormente y como consecuencia de la aparición en escena del Partido Socialdemócrata, se vio obligado Bismark a cambiar el orden de calificación de sus enemigos y a pesar de la resistencia llevada a cabo por los sacerdotes alemanes y por los católicos en general. Todo concluyó en 1878 de forma tibia y posteriormente en 1887 con carácter jurídico, con un acuerdo entre él y el Papa León XIII.
C/ LA IGLESIA
a) PONTIFICADO DE LEÓN XIII ( 1878-1903)
Gioacchino Pecci fue un hombre que concilió su habilidad diplomática con el firme sostenimiento de la Doctrina, afianzado todo ello con su vasta cultura.
Su principal objetivo fue el de acercar el mundo moderno a la Iglesia, y al mismo tiempo estudiar los problemas de éste a la luz de la Fe mediante la creación de universidades católicas y la actualización de la filosofía tomista.
Combatió al liberalismo, al socialismo, a la predemocracia cristiana y a la masonería. En relación a ello escribió diversas encíclicas, así DIUTURNUM ILLUD (1881), sobre el origen divino del poder; INMORTALE DEI (1885), respecto a la concepción cristiana del Estado; SAPIENTIAE CHRISTIANAE (1890) en la que se daba orientaciones a los cristianos en cuanto miembros de la sociedad; HUMANUM GENUS (1884) condenando a la Masonería; LIBERTAS PRAESTANTISSIMUM ( 1888), sobre la concepción cristiana de la libertad.
No obstante, la encíclica mas conocida de este Papa, fue la que abordaba la cuestión social: RERUM NOVARUM (1891) donde aportaba soluciones a tan importante tema.
Para concluir el breve examen de este pontificado, bástenos con hacer mención de su alta y eficaz labor diplomática, publicando una encíclica sobre la paz internacional PRAECLARAE GRATULATIONIS (1894) así como su asistencia al VII Congreso para la Paz celebrado en Budapest el año 1896 y ser invitado a la Conferencia Internacional de la Haya celebrada en 1899 y en la que no pudo tomar parte por impedírselo físicamente Italia, con el apoyo de Alemania
b) PONTIFICADO DE PIO X ( 1903-1914)
Es de destacar en primer lugar la razón por la que GIUSEPPE SARTO eligió su nombre papal. El motivo de tal elección era su reconocimiento público, a los tres grandes pontífices que sufrieron en su calidad de Vicarios de Cristo: PIO VI, PIO VII y PIO IX. Esto ya demuestra un talante, menos intelectual que su predecesor, pero un gran pastor de almas.
Las líneas generales de su gobierno consistieron en marcar claramente las fronteras entre las potencias católicas y la Iglesia, la firmeza doctrinal, de ahí su condena al modernismo en el Decreto LAMENTABILI SINE EXITU y su Encíclica PASCENDI DOMINI GRECIS.
Su lema apostólico fue INSTAURARE OMNIA IN CHRISTO, procurando para ello la mejor formación de los sacerdotes y de los seminaristas, fomentar la predicación y la catequesis. Su gran y loable “obsesión” era vencer a la ignorancia religiosa. Sin duda por ello se le denominó como el “Papa catequista” y dentro de esa misma trayectoria publicó la encíclica ACERBO NIMIS (1905) para la catequesis de la infancia y la redacción del CATECISMO, estudiado por muchas generaciones, hasta el actual CATECISMO DE LA IGLESIA.
Importancia simbólica por su carácter modélico fue la beatificación del santo Cura de Ars (Juan Maria Vianney)
Creó el PONTIFICIO INSTITUTO BIBLICO, unido a la Universidad Gregoriana.
En el aspecto sacramental del matrimonio, firmó la Constitución PROVIDA (1906) y el Decreto NE TEMERE (1907) sobre la forma jurídica del mismo.
En su labor canónica reformó la Curia Romana (1908), inició la elaboración de un Código de Derecho Canónico (1917) y creo el Boletín Oficial de la Santa Sede ACTA APOSTOLICAE SEDIS.
Frente al Estado Francés, se opuso a la Ley de Separación de Iglesia y Estado de 1905, tras la ruptura de relaciones diplomáticas en 1904 y posteriormente en 1906, publicó la Encíclica VEHEMENTER NOS y GRAVISSIMO OFFICIO MUNERE sobre la intervención y control del gobierno francés sobre los católicos, mediante la creación de asociaciones culturales creadas desde el poder.
En Italia como hemos visto anteriormente autorizó con ciertas reservas la actuación de los católicos en la vida pública. En Francia dentro del campo católico tuvo sus tensiones, por un lado con el movimiento LE SILLON y por otro con ACTION FRANCAISE. Con Portugal, dada la política anticlerical del gobierno con la expulsión de los religiosos y la confiscación de los bienes eclesiásticos, rompió las relaciones diplomáticas.
c) PONTIFICADO DE BENEDICTO XV ( 1914-1922)
Giacomo Della Chiesa, fue un Papa eminentemente diplomático. Importantísimo fue su abolición del NON EXPEDIT de Pío IX o la permisión total de los católicos en la vida política italiana y la creación del PARTITO POPOLARE ITALIANO. Se le considera no sin cierta razón que es un Papa puente en relación a la actividad interna eclesiástica, pero hay que reconocerle que brilló con luz propia respecto a la política internacional, que propuso una PAZ CRISTIANA después de la Gran Guerra, que hubiera evitado sin duda la II Guerra Mundial de adoptarse sus orientaciones. Importantes fueron también sus relaciones con los católicos orientales y con los católicos de Estados Unidos. Por ultimo hay que señalar que fue el papa que sancionó el Código de Derecho Canónico iniciado por su antecesor
Fue en suma el Papa sufriente de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución Bolchevique Solo por eso es destacable su pontificado.
d) PONTIFICADO DE PIO XI (1922-1939)
Solo parcialmente corresponde a nuestra ponencia.
Es el Papa de la Encíclica DIVINI REDEMPTORIS condenatoria del comunismo y de la MIT BRENNENDER SORGE condenatoria del racismo.
Importantísima debe considerarse su Encíclica QUAS PRIMAS (1925) condenando el laicismo (tema base de estas Jornadas) e instaurando la festividad de Cristo Rey.
Como colofón señalar que fue el Papa firmante de los PACTOS DE LETRÁN extinguiendo con ellos la “cuestión romana”.
RELACIONES IGLESIA –ESTADO EN ELPERIODO 1874-1931
METODOLOGIA
Antes de entrar al estudio de este capitulo, creemos necesario precisar dos cuestiones, a saber:
1ª.- La historiografía convencional suele dividir el estudio del mismo en tres subperiodos: a) El del reinado de Alfonso XII, de claro cariz canovista b) El de la regencia de Mª Cristina, más proclive al liberalismo y c) El reinado de Alfonso XIII y el desgaste del sistema. Nosotros dado el contenido de la ponencia, optamos por estructurar el periodo, en función de los distintos pontificados.
2ª.- El análisis girará sobre dos ejes complementarios: a) Las diversas legislaciones eclesiásticas del estado Español y su respectiva recepción por Roma y b) Las distintas y contrapuestas corrientes habidas en el pensamiento y actuación publica de los católicos en esos momentos.
A/PONTIFICADO DE LEÓN XIII (1878-1903)
Podríamos llamarlo metafóricamente de luna de miel entre España y la Iglesia después del terremoto de la Gloriosa. Cualquier mejora después de la Revolución del 68 era recibida por el papado como el maná, por poco que fuese lo favorable a las necesidades de la Iglesia.
Por consiguiente, la normativa básica del nuevo Estado: La Constitución de 30 de Junio de 1876, obtuvo el beneplácito de Roma y su diplomacia
a) Breve examen de la constitución:
1º.- Su fundamento era la institución de la corona, como poder vertebrador, moderador hereditario, constitucional y dinástico.
2º.- Se trata de una Constitución abierta, es decir donde caben todas las políticas, por muy contrapuestas que sean... si aceptan el “constitucionalismo”.
3º.- A su vez es una Constitución flexible, lo que significa que no contiene articulado específico para su cambio, bien parcial, bien total.
4º.- Existencia de una contradicción ente el texto y la realidad, desde el punto de vista ejecutivo. El texto afirma que el Rey nombra a los ministros, no apareciendo reflejado el cargo de Presidente del Consejo, lo cual en la práctica se demostró lo contrario, siendo esa figura importantísima a partir de ese momento y en adelante.
5º.-Filosofía de soberanía compartida ente la Nación y la Corona.
6º.- En consonancia con lo anterior, colegislación
7º. Representación en el Congreso censataria en el texto, posteriormente basada en el sufragio universal.
8º.- Senado trial, electo nato, censatario y designado.
b) Examen de la faceta religiosa.
El artículo 11 dice literalmente:
“La Religión católica, apostólica y romana, es la del Estado. La Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros.
Nadie será molestado en territorio español por sus opiniones religiosas, ni por el ejercicio de su respectivo culto, salvo el respeto debido a la moral cristiana.
No se permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la religión del Estado”
Como se puede apreciar es una conjunción de la libertad privada de cultos y la confesionalidad del Estado. Es lo que se denomina sistema de Tolerancia. Se legisla la obligatoriedad de manutención del clero y se protege no solo la libertad de conciencia, sino el ejercicio de toda práctica religiosa privadamente.
En lo que respecta a las divergencias en el ámbito católico, hemos de reconocer que fueron hondas, graves y soliviantadamente ásperas.
La división entre los católicos era trifronte, por el accidentalismo, por la fidelidad dinástica y por la defensa a ultranza de los principios. De este modo -y dejando aun lado a los católicos conservadores, pero de base liberal y “turnistas”, nos encontramos con los que atacando doctrinalmente al liberalismo renuncian a enfrentarse con el sistema y aceptan la dinastía alfonsina, los que siguen al legitimismo católico monárquico de Don Carlos y a los que proviniendo de esa misma rama se distancian por supuestos o ciertos errores doctrinales.
He aquí pues el panorama denominémosle antiliberal EN TRES SECTORES IRRECONCILIABLES:
El primero formado por la UNIÓN CATOLICA y su periódico LA UNIÓN, cuyo fundador fue ALEJANDRO PIDAL Y MON, defensor de la causa de la unidad católica en el anterior régimen y fundador de una revista de corta duración titulada ESPAÑA CATÓLICA. Esta agrupación tenía entre sus militantes más destacados a MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO a MILÁ I FONTANALS y a TAMAYO Y BAUS, entre otros. Tenía a su vez gran ascendencia entre la aristocracia, el ejército, cierto clero como el cardenal Moreno, la administración y la diplomacia, así como en el mundo, académico.
El segundo, el CARLISMO, fiel a su cuatrilema y con lealtad absoluta a Don Carlos VII, su representante era el marqués de Cerralbo.
El tercero el INTEGRISMO, surgido como reacción a dos direcciones. La primera dirigida al propio Papa, por su política de apaciguamiento con la III Republica Francesa y por algún párrafo de la INMORTALE DEI. La segunda en contra del rey abanderado de la Tradición, por considerarle liberal al hablar en Francia en 1886, sobre su propósito de la creación de unas Cortes libremente elegidas y de dotar a España de una constitución. Su impulsor fue RAMON NOCEDAL, apoyado entre otros por el pensador ORTI Y LARA y su principal, medio el diario de su padre EL SIGLO FUTURO, además de una serie de periódicos y revistas extendidas por toda la geografía española.
La realidad era muy penosa, produciéndose denuncias a Roma de unos contra otros e incluso intentando acudir en querellas por calumnia, ante la jurisdicción estatal , como en el caso ocurrido en Salamanca , entre el director del diario integrista LA REGIÓN, Manuel Sánchez Asensio y el penitenciario Primitivo Vicente, que a Dios Gracias, no llegó a su término.
Hubo enfrentamientos dialécticos entre sacerdotes, como el habido entre Félix Sardá i Salvany, con su EL LIBERALISMO ES PECADO Y EL SACERDOTE Celestino Pazos, con su libro PROCESO AL INTEGRISMO.
También hubo alusiones sarcásticas contra obispos, como es el caso de los integristas salmantinos hacia su obispo Tomás Cámara, quien a su vez amenazó con incurrir en pecado mortal (sic) a quien leyese la Región u otro periódico dirigido por Sánchez Asensio o Enrique Gil Robles.
Por todos estos motivos el Papa escribió para los católicos españoles la Encíclica CUM MULTA que solo sirvió para encrespar los ánimos.
No obstante no todo fue negativo el Cardenal Primado CIRIACO SANCHA DESPUES DE UN VIAJE A Roma organizó los llamados CONGRESOS, a los cuales se agregaron todos, por encima de banderas políticas, pero que no tuvieron ni la efectividad ni la continuidad deseada, pese a ser un paso adelante.
Los intentos de unión de los católicos en la actividad pública no acaba ahí, puesto que el obispo de Calahorra, después arzobispo de Valladolid CASCAJARES intentó formar un partido CATÓLICO al margen del conservador, proponiéndoselo a la Reina Regente, a fin de buscar ayuda y propugnando su dirección al General Azcárraga y a Silvela. Mas tarde hizo lo mismo pero esta vez proponiendo al General Polavieja.
En conclusión se mascaba la necesidad de la unidad de los católicos ante las campañas anticatólicas.
B/ PONTIFICADO DE PIO X (1903-1914)
Este Papa tuvo que afrontar las malas relaciones con los gobiernos liberales coetáneos, como es el caso de JOSÉ CANALEJAS en 1910 y su famosa “Ley del Candado”, consistente en prohibir mas institutos religiosos nuevos en España sin autorización del Ministerio de Gracia y Justicia por el espacio de dos años, siendo la denegación “ipso iure”, en el caso de ser extranjeros mas de un tercio de la orden.
Esto llevó a la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambas partes, reanudadas en Enero de 1913.
No obstante aun fue peor si bien no se llegó a la ruptura diplomática, la política llevada a cabo por el General LOPEZ DOMINGUEZ, en 1906, imitador de la política francesa republicana
Todo ello a su vez adobado por un ambiente periodístico elaborado con caldo anticlerical.
Consciente de la necesidad de una unidad de los católicos españoles y la urgencia del cese de las hostilidades, publicó un documento titulado INTER CATHOLICOS HISPANIAE el 20 de febrero de1906. Por otra parte el Rey solicitó la destitución del Nuncio Vico por supuestas simpatías POR LA CAUSA CARLISTA.
No se pude soslayar, de otro lado la polémica y tensión habida entre el obispo de MADRID JOSE Mª SALVADOR Y BARRERA y los cardenales MERRY DEL VAL y VIVÉS TUTÓ.
En resumen, el Papa Sarto, autorizaba a que los católicos militaran en ambos partidos dinásticos. Como consecuencia de ello los jesuitas se desprendían de sus concomitancias integristas
C/ PONTIFICADO DE BENEDICTO XV (1914-1922)
Su elección coincidió con un reflujo de las aguas conflictivas tanto en el mar de las controversias entre católicos, como en el océano de la conflictividad de las relaciones entre ambos sujetos de Derecho Internacional.
Recalcamos el concepto de interinidad de la pacificación, especialmente en el segundo punto, pues como es sabido y otros nos explicarán en otras ponencias, la TEMPESTAD estaba al asalto.
Como rasgos principales de este Pontificado, respecto a nuestra patria, señalaremos:
1º.- La entronización en el Cerro de los Ángeles del Sagrado Corazón de Jesús, como manifestación pública de Fe en España, en Mayo de 1919. Este vitalísimo acontecimiento, provocó evidentemente sus diatribas entre el bloque llamémosle laicista y el mundo católico, antes y en especial tras el discurso de S M el Rey en la inauguración del acto de la entronización, que fue criticado especialmente en la prensa izquierdista.
2º.- El acontecimiento de la Primera Guerra Mundial, surtió el efecto inmediato de división entre los españoles en aliadófilos y germanófilos. En relación al tema de esta ponencia, cabe resaltar que aunque la postura oficial de nuestra Jerarquía, era como correspondía de absoluta neutralidad, lo cierto es que en grandes sectores católicos de nuestro solar hispano, y por supuesto en las altas esferas eclesiásticas, abundaba para no decir predominaba un sentimiento en favor especialmente “del Imperio católico Austro-Húngaro, frente la anglicana Inglaterra y la laicista y masónica Francia”. Evidentemente es una generalización, pero se dio
Ahora no fue una actitud absolutamente compartida, puesto que en ciertos sectores del clero catalán y vasco corrían simpatías hacia el bando opuesto, en particular motivado por la esperanza Wilsoniana, en relación a su proclividad hacia nuevos reconocimientos nacionales. En otro campo, el Carlismo también recibió los coletazos de la Gran Guerra, a causa del apoyo oficial del pretendiente tradicionalista hacia Francia, por sus vínculos familiares con el legitimismo francés. De esta sacudida surgió la escisión Mellista en 1919.
3º. Aparece en estos momentos posbélicos, un pequeño sector católico, simpatizante y propenso a aplicarlo en España del PARTITO POPOLARE ITALIANO de Dom Luigi Sturzo. Uno de sus principales adalides fue Ossorio y Gallardo, posteriormente embarcado en la nave republicana.
4º.- También surgieron algunas voces, favorables a la revisión constitucional, realmente dirigidos a modificar el artículo 11 del texto Uno de sus portavoces fue el político y ministro liberal Manuel Pedregal. Sin embargo la cosa no llegó a más.
D/ PONTIFICADO DE PIO XI (1922-1937)
El factor a destacar durante este Pontificado, es la Dictadura del General Don MIGUEL PRIMO DE RIVERA.
El ambiente político era en todo favorable a la Iglesia, y recíprocamente las autoridades eclesiásticas sentían simpatía, o prestaban apoyo claro al gobierno del general jerezano.
Hemos de recordar, su prohibición del juego, de los carnavales y sus medidas restrictivas a la aparición en escena de sacerdotes con matiz grotesco “Los sacerdotes como los militares, pueden salir a la escena (....) pero nunca servir de bufones, pues es notorio que con esto pueblo y juventud se educan inconvenientemente”.
Desde otro ángulo, fue significativo a la autorización a los franciscanos para que se hiciesen cargo del culto en la Iglesia de San Francisco el Grande y como colofón el apoyo económico al clero “Justo es, pues que a la hora en que se abren nuevos recursos de riqueza para la nación española (.....) se atienda como la justicia exige a la honesta sustentación del clero, primer sostén de la causa del orden”.
Aun así siempre toda obra buena, tiene sus escollos. El primero la actitud de cierto sector del clero catalán en contra del general, por considerarlo anticatalán, llevando sus quejas hasta el Vaticano. El motivo era la voluntad de Primo de Rivera de que los obispos en las diócesis catalanas no fueran nacidos en esta Región, para no favorecer el espíritu nacionalista. El estallido tuvo su origen en la provisión en la diócesis de Vich, al presentar el gobierno como candidato ideal al sevillano Tomás Muniz Pablos, lo cual, produjo toda una serie de discordias en ciertos eclesiales cercanos al catalanismo político. Resumiendo la Santa Sede destinó como árbitro al Cardenal Primado Reig, soslayando al nuncio Tedeschini. La cuestión se solventó con el nombramiento de Juan Perelló superior general de la congregación de los Sagrados Corazones de Mallorca y profesor a su vez del seminario diocesano.
Otro problema aunque menor representó la medida en principio benéfica, en favor de la Universidad de Deusto y del Escorial, proveyendo un tribunal de exámenes compartido por dos profesores del centro y un catedrático del cuerpo nacional. Se desató un clima hostil en ciertos medios universitarios, lo cual dio lugar a la no promulgación de la ley.
Estos son a grandes rasgos, las relaciones habidas entre la esfera eclesiástica y la estatal en el periodo de la Restauración.
CONCLUSIONES
1ª.- El liberalismo aun moderado tarde o temprano acaba con chocar con la ortodoxia.
2º.- Es necesario la unidad de los católicos, para actuar, en la vida pública, no solamente la política.
3º.- Además es un deber, lo expresado en el punto anterior.
4º.- Hay que distinguir entre colaborar puntualmente con liberales, que actuar conforme y en favor del liberalismo.
Conferencia pronunciada por D. Jaime Serrano de Quintana, Presidente de la Asociación Cultural Gerona Inmortal en el marco de la XX Jornadas de la Unidad Católica de España. Zaragoza 18-19 de abril de 2009.
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PERSECUCIÓN RELIGIOSA
César Alcalá
¿Cuáles fueron las causas que originaron la persecución religiosa durante los años 1931 a 1939? A nuestro entender se pueden resumir en cinco puntos: laicismo del Estado; descenso de la vida religiosa; influencias extranjeras; difamación de la Iglesia; y exterminio.
Laicismo del Estado
«El presidente de la Generalidad, Companys, que se había complacido tanto en subrayar el ejemplo singular de paz y tolerancia de Cataluña, inmune de incendios de iglesias durante el Frente Popular, dijo a los intelectuales del comunismo francés: Hay entre nosotros tres instituciones violentamente odiables, y de las cuales el pueblo, de año en año, se sentía amargado, quiero decir: el clericalismo, el militarismo, el latifundismo… el movimiento del cual sois testigos es la explosión de una cólera inmensa, de una inmensa necesidad de venganza, subiendo del fondo de los tiempos. Esta cólera explica el carácter impetuoso de este movimiento».
Estas afirmaciones son claras para conocer el pensamiento de muchos dirigentes políticos. Desde 1931 se había sembrado, en toda España, un sentimiento antirreligioso y laicista. Como escribe Gabriel Jackson:
«Todas las clases de la población creían fácilmente historias de codicia, las orgías sexuales o las perversiones del clero».
Esto supuso que se perdiera el sentido cristiano de la población y que, poco a poco, el laicismo se implantara en una sociedad que era fácil de convencer. Sobre el particular escribe Juan Manuel Rodríguez:
«También el 11 de Agosto de 1932, vencida la sublevación de Sanjurjo, se producen nuevos desmanes. En Granada, en la zona histórica del Albaicín, arde la histórica iglesia de San Nicolás: Verdaderas obras de arte no había ninguna en la Iglesia, pero sí imágenes muy veneradas, [...]. Sacada a la calle la de San Nicolás, dispararon sobre ella para probar su puntería y la arrojaron después a un barranco inmediato. Por ello, es normal que en las elecciones de 1936 Acción Popular invocase las procesiones de Semana Santa como motivo para no votar al Frente Popular. Esta exaltación del frenesí iconoclasta, para decirlo en términos de Historia de la Cruzada Española, supuso el motivo de la aversión al gobierno republicano. Quizá en otros lugares de Europa no hubiera provocado más que aversión por la falta de orden público, pero para los españoles tales actos tenían además una significación especial. Y ello porque la cultura española es esencialmente analfabeta. Es decir, en ella la escritura y la lectura no tienen excesivo peso, y sin embargo los iconos de santos y vírgenes son objeto de veneración, a diferencia de lo que suele suceder en países de tradición protestante. Por lo tanto, lo que hemos de analizar es precisamente qué interés tienen para la filosofía de la religión dichos cultos, y la influencia que alcanzan».
Así pues, el laicismo dominante en la sociedad española germinó durante la II República y condicionaron los hechos sucedidos durante la persecución religiosa.
Descenso de la vida religiosa
El laicismo también motivo un descenso en la vida religiosa. Una cosa va ligada con la otra. La deficiente instrucción religiosa de la sociedad española, que no se irradiaba con fuerza suficiente desde la familia, en las escuelas y en las iglesias, había llevado al pueblo a una deserción casi total de los templos y de las prácticas religiosas. Los días festivos, por ejemplo, los templos estaban casi vacíos. La política llevada a cabo por la II República provocó, en el pueblo, un odio mortal contra la Iglesia. Por ello no nos ha de extrañar que, bajo estos preceptos, todo lo que tuviera que ver con ella fuera rechazado por un pueblo, el español, más pendiente de las influencias extranjeras que por la tradición cristiana del país.
Influencias extranjeras
Las influencias extranjeras, que tenían como objetivo la eliminación total de la Iglesia Católica y convertir España en un país laico, tuvo dos grandes focos: la masonería y la política llevada a cabo por Rusia.
La prensa de Barcelona del 15 de octubre de 1936, 7 y 19 de febrero de 1937 y 6 de julio de 1938, se publicaron manifestaciones de la Gran Logia del Nordeste de España, domiciliada en la calle Avinyó número 27 de Barcelona. En resumen, en aquellas manifestaciones se afirmaba que ellos ponderaban la adhesión prestada a la causa del pueblo y cómo habían combatido a los que, a pesar de decirse discípulos de aquel Cristo que muestra como símbolo de los pobres y de los humildes, querían mantener por la fuerza su dominio sobre las conciencias y acaparar todas las riquezas.
Es clara la influencia rusa en la persecución religiosa en España, más teniendo en cuenta lo que escribió Trotsky en un folleto titulado ‘La revolución en España’. Escrito en 1931 declaraba: «Otra vez la cuerda se rompe por lo más delgado. Ahora le toca el turno a España».
Por su parte, en España, la Federación anarquista Ibérica (FAI), fue la más destacada en la persecución religiosa, durante los primeros meses de la guerra civil. Por lo que respecta a la UGT, el Partido Socialista, y la II Internacional, siempre sostuvieron, como Marx y Engels, que la Religión era el opio del pueblo. Como escribe el reverendo Luis Carreras:
«Marx y Engels tuvieron algunas vacilaciones acerca de la forma práctica de llevar a cabo la lucha contra la Religión: no dejaron, empero, de tener siempre presente tal objetivo. Engels consideraba que la obra de organización del proletariado debía conducirse a la anulación de la Religión. Marx defendía que la lucha contra la Religión es, por tanto, indirectamente la lucha contra ese mundo, cuya arma espiritual es la Religión; y en 1869 precisaba más: la lucha contra los sacerdotes deben desarrollarse sobre todo en los países católicos. Antes había dicho: Las armas de la crítica no deben subsistir la crítica eficaz de las armas. Por su parte, la Tercera Internacional, formada por representantes de los soviets rusos, declaraba: La Internacional Comunista combate toda influencia burguesa sobre el proletariado y lucha contra la religión, contra toda filosofía que no sea el materialismo marxista integral, contra las doctrinas o tendencias que proclaman la unión del capital, y el trabajo y contra el oportunismo socialista. La Internacional proclama ante todo la lucha de clases hasta el extremo».
El padre jesuita Constantino Baile, en ‘Sin Dios y contra Dios’, cifra en 146 los diarios y revistas antirreligiosas que había en España, antes de 1936, influenciadas por Hans Meins, fundador de la Liga Anticlerical Revolucionaria de Moscú.
Lenín, sobre la Iglesia, escribía:
«La esclavitud económica e la verdadera causa del embastecimiento religioso de la humanidad (…) La religión es el opium del pueblo. Esta sentencia de Marx constituye la piedra angular de toda la concepción marxista en materia de religión. Religiones e Iglesias modernas, organizaciones religiosas de toda especie, son consideradas siempre por el marxismo como órganos de reacción burguesa que sirven para sostener la explotación y embrutecer a la clase obrera».
El periódico ‘La Traca’ de Valencia, el 17 de julio de 1936 publicó las respuestas de sus lectores a la pregunta: ¿Qué haría V. con la gente con sotana? Las respuestas eran injuriosas contra el clero. En total se publicaron 346 respuestas. Como ejemplo de las contestaciones incluimos la siguiente: «Ahorcar a los frailes con las tripas de los curas».
Todas estas influencias llegadas a España desde Rusia, tuvieron su reflejo en el pensamiento de los principales dirigentes de izquierdas. Andrés Nin, del POUM, el 8 de agosto de 1936 afirmó:
«El problema de la Iglesia (…) Nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto».
Juan Peiró, de la CNT, decía:
«La destrucción de la Iglesia es un acto de justicia (…) Matar a Dios, si existiese, al calor de la revolución cuando el pueblo inflamado de odio justo se desborda, en una mentira muy natural y muy humana».
Por su parte el anarquista H. E. Kaminski aseguraba que:
«La Revolución se ha levantado en toda España contra la Iglesia, porque el pueblo veía en ella el mayor obstáculo a su liberación y el símbolo secular de su opresión».
Durante el Congreso anti-Dios, que se celebró en Moscú en 1936, el delegado español declaró:
«España ha sobrepasado en mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia en España ha sido totalmente aniquilada».
Jesús Hernández, ministro de Institución Pública, en dicho congreso hizo llegar la siguiente nota:
«Vuestra lucha contra la religión es también la nuestra. Tenemos el deber de hacer de España una tierra de ateos militantes. La lucha será difícil, porque en todo éste país hay grandes masas de revolucionarios que se oponen a la absorción de la cultura soviética. Todas las escuelas de España serán transformadas en escuelas comunistas».
El presidente de la república, Manuel Azaña, con respecto a la persecución religiosa que estaba sufriendo España, aseguraba:
«Yo no he creído jamás en los intelectuales, en los técnicos, en los funcionarios. Yo siempre he creído en el pueblo, y éste no me ha engañado. Es él quien está salvando la civilización».
Nuestra contienda se convirtió en una guerra contra la Iglesia Católica pues, como se llegó a afirmar: «todos los conventos de España no valen la vida de un republicano». Así pues, aunque se puede pensar que los asesinatos religiosos que se produjeron en Cataluña, estuvieron realizados por incontrolados, nada más erróneo. Todas las ejecuciones estuvieron autorizadas. Todo estaba premeditado.
Difamación de la Iglesia
Durante los primeros meses de la guerra civil, los milicianos no sólo centraron su odio hacia la Iglesia Católica con el asesinato de sacerdotes y monjas. Su odio era total y, por lo tanto, sus ataques también se centraron en las iglesias, en el arte religioso y en las reliquias. Era una persecución total y, por consiguiente, se tenía que eliminar todo vestigio religioso. Se tenía que terminar con la Iglesia y, que mejor manera de hacerlo que arrasarla desde los cimientos al cielo.
El patrimonio monumental religioso quedó casi completamente arrasado. Fueron pocas las excepciones de iglesias que se salvaron del pasto de las llamas o del derrumbe. En ‘Dominación Roja en España’ podemos leer:
«En la región catalana, las depredaciones de tesoros artístico-religioso, debidas a la barbarie de las turbas o a la rapiña de los dirigentes frentepopulistas, que las sustrajeron en su provecho, resisten los mismos caracteres que en el resto de España; así en la Diócesis de Vic, la Iglesia Catedral fue incendiada y saqueada a partir del día 21 de julio de 1936; toda la Catedral, menos la bóveda, estaba decorada con pinturas del renombrado artista D. José María Sert, importando tan sólo materiales de estas pinturas, prescindiendo de su gran labor artístico, seiscientas cincuenta mil pesetas. Entre otras muchas joyas se apoderaron los asaltantes de una Custodia del siglo XV y de un Copón del siglo XIV, valorado ambos en un millón de pesetas, habiendo sido la Custodia fundida y convertida en chatarra. Fue parcialmente destruido el Palacio Episcopal; las turbas le invadieron el día 21 de julio de 1936, y lo incendiaron, comenzando por el archivo de la ‘Mesa Episcopal’ y ‘Curia eclesiástica’, de incalculable valor, que poseía pergaminos y documentos que se remontaban al siglo IX, y que se han perdido en su totalidad».
No quedó aquí el saqueo de Vic. Como escribe el reverendo Luis Carreras:
«En la ciudad de Vic, centro de gran vida religiosa, en la mañana del martes, día 21 de julio, llegaron unos camiones con tales bandas forasteras al país y en medio de la noble Plaza Mayor. Su jefe con voz estentórea, de pie en uno de ellos, anunció: Antes de dos horas, Vic ha de arder por los cuatro costados. Y, efectivamente, con rápida disciplina, aquellos técnicos, bien provistos de material de bomba y de esencia, se lanzaron a incendiar iglesias y conventos, a profanar venerados sepulcros de Santos y otras figuras de la Iglesia, como Balmes y Torres y Bages, jugando al fútbol con el cráneo de éste último».
Algo similar ocurrió el la Iglesia de Santa María del Pino, de Barcelona, además de ser incendiada y calcinadas sus bóvedas, se destruyó su precioso rosetón. Desapareció el altar y el sepulcro de San José Oriol, con cuyos restos jugaban sacrílegamente los milicianos del Estat Catalá.
El alcalde de Falset (Tarragona) hizo un público pregón, invitando a cuantos tuviesen perros y escopetas a cazar a los curas, que él mismo había hecho huir a la montaña. Después de semanas y semanas de vivir como sólo Dios sabe, fueron hallados por los bosques sacerdotes hambrientos en estado deplorable, algunos murieron de inanición; a veces, antes que morir de hambre, acababan por presentarse a los Comités para correr su suerte, después de haber experimentado cruelmente cómo el terror paralizaba la anhelante caridad de los campesinos. En la demolición de una parroquia barcelonesa, en un rincón de la bóveda fueron hallados tres cadáveres de sacerdotes, muertos de hambre. El que los llevaba heroicamente, por la noche, algo que comer, fue hecho preso, y ellos aterrorizados ante su desaparición no osaron salir.
A varios novicios claretianos de la Universidad de Cervera, para arrancarles la abjuración de la fe les torturaron, hundiéndoles granos de rosario en las orejas hasta perforarles el tímpano, e intentando hacerles tragar medallas y rosarios. Luego los mataron.
Al presidente de un grupo de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña le sometieron a la muerte de fuego lento. Al tener medio quemadas las piernas le exigieron renegar de su fe. Habiéndose resistido con tranquila firmeza, avivaron el fuego hasta que libró su alma a Dios.
En Barcelona un sacerdote fue cazado por un miliciano, que le tuvo 6 días en su propia casa. Lo trató espléndidamente. Al cabo de estos días fue con él a pasearse por la Rambla, donde encontró a otros camaradas. Se fueron todos juntos a recrearse fuera de la ciudad. De repente el protector dijo al sacerdote: «Bastante te he cebado. Prepárate». Y de un pistoletazo lo dejó tendido. Luego explicó a sus camaradas: «Era un cura. Hacía tiempo que no había matado a nadie, y lo deseaba».
Un grupo de milicianos fue a buscar al Reverendo Tusquets. Él sabía que lo podía detener. Se vistió con una bata de trabajo, agarró un plumero y recibió a sus verdugos, fingiendo que estaba sacando el polvo de la escalera donde se había refugiado. Al preguntarle un miliciano si era el reverendo Tusquets, éste respondió que no. Añadiendo: «no conozco personalmente a ese Señor. Ahora bien, me han comentado que es una persona muy espabilada». Los milicianos se creyeron aquellas palabras, dejándolo en paz, mientras continuaba sacando el polvo de la escalera.
Todo este despropósito sólo tenía un fin: difamar a la Iglesia Católica. En muchas congregaciones religiosas femeninas, había la costumbre de enterrar a las monjas en un mismo nicho. Los restos mortales de la monja que había fallecido anteriormente, eran depositados en una pequeña caja y volvían a ser enterrados en el mismo nicho. Pues bien, cuando se profanaron estos nichos, el clamor popular afirmó que aquella monja, profanada, había sido enterrada con los abortos que había tenido a lo largo de su vida. La incultura de aquellos milicianos difamó un ritual lógico pero, impensable para unas mentes corrompidas por el odio hacia todo aquello que tuviera que ver con la religión.
Lo mismo ocurrió con el convento de monjas Salesianas del Paseo de San Juan de Barcelona. No sólo profanaron las tumbas, sino que expusieron, a contemplación pública, los restos momificados de aquellas monjas. E, incluso, algunos milicianos, bailaron con esos cuerpos. También algunos milicianos se fotografiaron vestidos con hábitos o realizaron representaciones teatrales profanas en los altares. Era una campaña total para desvirtuar una realidad: España había dejado de ser católica, como dijo Azaña y, por lo tanto, todo valía.
La difamación también se extendió a levantar falso testimonio con respecto a los sacerdotes y las iglesias. Por ejemplo, se llegó a afirmar lo siguiente:
«El gobierno constata que casi todas las iglesias se convirtieron en fortalezas, que casi todas las sacristías se convirtieron en depósitos de municiones, y la mayoría de obispos, sacerdotes y seminaristas, franco-tiradores de la rebelión. Semprún Gurrea, en La question d’Espagne inconnue, Esprit, revue internationale, 1º de noviembre de 1936, declaraba: En el orden lógico o teórico, se podría admitir la simultaneidad de la adhesión de una parte –de una gran parte- del clero a la revuelta militar, y de las violencias contra las instituciones o personas religiosas. Pero en el orden de los acontecimientos históricos es cierto que las medidas gubernamentales con respecto a las instituciones religiosas, incluso las violencias de hecho cometidas por elementos de izquierda más o menos irresponsables, han sido procedidos por la participación del clero, tanto regular como secular, en la revuelta desencadenada en el mes de julio (…) yendo de la simpática manifiesta y del estímulo moral hasta la participación efectiva en la lucha homicida, armas en mano».
Y Antonio Salcedo afirmaba:
«¿Qué iglesias han sido destruidas? Aquellas desde las cuales se tiró contra el pueblo muerto de hambre. ¿Qué conventos fueron incendiados? Aquellos que eran depósitos de municiones».
El que fuera representante de la llamada zona republicana de España en la Sociedad de Naciones y embajador en Bruselas, París y Buenos Aires durante la guerra civil, Ángel Ossorio Gallardo, declaró:
«Se dirá que en España se han cometido violencias contra las iglesias y contra el clero. Es verdad. Negarlo, sería hipocresía. Pero estas violencias son la respuesta a las que el clero cometió contra el pueblo. Desde el comienzo hubo iglesias transformadas en fortalezas, desde las cuales se tiraba con fusiles y ametralladoras.
«Yo soy abogado, y estoy acostumbrado a apreciar las causas y las consecuencias. Y cuando considero la conducta de ciertos católicos y del clero de mi país, estoy obligado, aún deplorándolas, a comprender las represalias de las masas populares».
María de Smeth publicó, en 1937, un libro titulado ‘¡Viva España! ¡Arriba España!’. Smeth incluye el testimonio de un campesino extremeño que le comenta:
«Casi la mitad de la tierra española es propiedad de la Iglesia y de los conventos. Así aparece de manifiesto esta especie de contradicción que significa el furor de españoles creyentes contra iglesias y conventos, párrocos y religiosas. La Iglesia ha equiparado la religión y la fe con la propiedad y el Estado. Y el comunismo no ha tenido más que excitar el odio contra los propietarios y señores para acometer y aniquilar a la Iglesia en una definitiva explosión de odio de las gentes. Ciertamente Moscú ha escogido el país más apropiado para sus planes. Esto es lo que más se asemeja a la Rusia zarista».
En definitiva, como hemos podido ver hasta éste momento, se quiso que España fuera el segundo país bolchevizado de Europa y, por ello, se blasfemó contra la Iglesia Católica. Pero, no finalizó aquí el ataque comunista contra ella, al contrario.
En la revista ‘VU en Espagne’, el 29 de agosto de de 1936, apareció un trabajo en el cual, bajo la pregunta, ¿Por qué han sido quemadas las iglesias?, se aportaban testimonios que falseaban la realidad. La intención de la revista era exculpar al Frente Popular del sacrilegio cometido. Uno de los testimonios llamado G. Soria, entre otras cosas, decía:
«por los cuatro costados de la Ciudad en agitación, el 19 de julio por la mañana, hombres vestidos de sayal o en sotana se dieron a cambiar sus rosarios por ametralladoras, a convertir sus capilla e iglesias en nidos erizados de municiones y fusiles (…) Quiero decir una vez más que todas las iglesias quemadas habían contenido fascistas».
Con referencia a la Iglesia de Santa María del Mar, en Barcelona, lugar desde donde se aseguró que se había disparado, se celebró misa a las 5 de la mañana del 19 de julio de 1936. La iglesia quedó cerrada. El sacerdote se retiró a su casa, que estaba próxima, porque estaba indispuesto. Horas después unos hombres armados fueron a prenderle porque había disparado contra el pueblo desde la Basílica. Todos los vecinos lo defendieron, porque lo conocían bien. Los milicianos quedaron convencidos y dejaron libre al sacerdote. Sin embargo, la leyenda urbana corrió por la ciudad y poco después Santa María del Mar era pasto del fuego.
Lo mismo podríamos explicar de otras iglesias de Barcelona que fueron pasto de las llamas. Ningún sacerdote cambió rosarios por ametralladoras o fusiles. No se combatió desde las Iglesias. Todo fue una mentira infundamentada para, por decirlo de alguna manera, tener patente de corsos y, así, poderlas incendiar y saquear. Fue un engaño y una difamación contra la Iglesia Católica.
Con respecto a los registros, era frecuente que una patrulla de control visitara una casa. En ella escondían un arma. Horas después volvían y la localizaban. De esta manera podían inculpar a la persona o personas que la ocupaban. Un ejemplo es el que sucedió en la población de Sant Boi de Llobregat. Unos milicianos fueron a buscar al párroco para que les abriera la Iglesia. Por el camino el párroco les dijo: «Juego limpio, cuidado con tirar vosotros, para luego poder decir que se os ha disparado desde la iglesia como se ha hecho en otros lugares». Otro ejemplo es aquel de tres sacerdotes que ante el temor de ser asesinados, se escondieron en una casa cercana. Horas después, un grupo de milicianos fueron a aquella casa y dispararon contra la iglesia, con el pretexto que los tres sacerdotes les estaban disparando. Ambos, los sacerdotes y los milicianos estaban en la misma casa y, difícilmente los primeros podían disparar desde la iglesia.
También la leyenda popular hizo creer que un grupo de milicianos sorprendieron a un cura, en la Iglesia de Santa María del Mar, disparando. Le cortaron la cabeza como trofeo de caza. Era mentira pero, la leyenda se extendió tanto por Barcelona que, incluso, hubo gente que aseguró haber visto la cabeza del sacerdote.
Como escribe Ignacio Yarza:
«Antes de haber sofocado por completo el Alzamiento, comenzó la quema de Iglesias y conventos, convirtiendo en cenizas todo cuanto de valor artístico e histórico había en ellos. Antes de que se apagaran las hogueras, empezó la persecución y asesinato de cuantos curas, frailes y monjas pudieron encontrar. Después siguieron todas aquellas personas que sabían eran católicas, o, simplemente, de las llamadas de derechas. Incluso asesinaron a gentes más o menos izquierdosas, que habían dado cobijo a algún desgraciado que, al ser descubierto en su escondite, arrastró a la muerte a los que, por simple humanidad o compasión, habían tratado de ayudarle. Barcelona se convirtió en una ciudad sin ley. El caos era completo. Sin seguridad ni justicia para nadie».
José Vives Suriá escribe:
«Pero los que vivíamos en aquellos días tempestuosos, y a la vez llenos de pavor y de esperanza, de tinieblas y de luz, de lágrimas amargas y de suavísimas sonrisas, de sangrienta persecución y de heroísmo martirial, sabemos muy bien que no es verdad que las iglesias fuesen en ningún momento una especie de fortaleza y patio de armas del Alzamiento Nacional; que no es verdad que los religiosos y los frailes se dedicasen a disparar contra el pueblo desde las ventanas de los conventos; que no es cierto que la Iglesia fuese de ningún modo enemiga de las clases humildes y menesterosas. El silencio, por calculado y espeso que sea, y la manipulación más hábilmente configurada, no lograrán jamás cambiar el curso auténtico de la historia, ni alterar la realidad de los hechos ».
Continuando con la difamación, una de las proclamas de los milicianos decía así:
«Hay que destruir la Iglesia y todo lo que tenga rastro de Ella. ¿Qué importa que las iglesias sean monumentos de arte? El buen miliciano no se detendrá ante ellos. Hay que destruir la Iglesia ».
En octubre de 1936 ‘Solidaridad Obrera’ publicaba el siguiente texto:
«Hemos hecho una policía general de sacerdotes y parásitos; hemos echado fuera a los que no habían muerto con las armas en la mano, de manera que no puedan volver nunca más. Hemos hecho justicia de las ridiculeces y fingida caridad de la Iglesia y de los clérigos, los cuales, presentándose como apóstoles de paz, habían quemado a los hijos del pueblo a favor de los grandes monopolizadores de las riquezas y de los secuestradores de la libertad.
«Hemos encendido la antorcha aplicando el fuego purificador a todos los monumentos que desde siglos proyectaban su sombra por todos los ángulos de España, las iglesias, y hemos recorrido las campiñas, purificándolas de la peste religiosa ».
Y el 18 de octubre de 1936 ‘Solidaridad Obrera’ publicaba lo siguiente:
«Siempre, en todos los tiempos y en todas las épocas, los crímenes más horrendos han tenido por mudo testigo la fatídica Cruz (…) No resta en pie una sola iglesia en Barcelona, y es de suponer que no se restaurarán, que la piqueta demolerá lo que el fuego empezó a purificar ».
Era una campaña basada en la mentira pues, no era cierto que en Barcelona no existiera, en pie, ninguna iglesia. Aunque quemadas, restaron en pie muchas y no sufrieron la destrucción del fuego la Catedral, la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, por poner sólo algún ejemplo. Así pues, se influenciaba a la gente contra la Iglesia bajo la mentira y, esa mentira fue creída.
El boletín ‘Sembrador’, órgano comarcal de las juventudes libertarias del Ter y Fresser, que se editaba en Puigcerdá, en su número 14, publicado el 20 de octubre de 1936, decía así:
«He visto las obras de derrumbe de lo que fue antro espiritual de corrupción. La desaparición de aquel edificio, a la par que el saneamiento moral que significa, dará realce urbano a aquel lugar. En lugar de rincones, de oscuridad, cadaverismo y atmósfera rarificada por el aliento fétido de la beateria fanática, hará amplitud, claridad, vida, luz, saneada atmósfera.
«Cada piedra que va derribándose de la ex covacha, va descubriendo más el perfil pétreo de la torre alta y de forma octogonal, la cual parece expresar a medida que va aislándose de la carroña, que la envolvía, como si estuviera dando cuenta que después de tantos años de ser utilizada para fines malignos, le va a llegar el momento por fin de tener una utilidad beneficiosa o quien tenga necesidad de expansionarse desde su cima, en la contemplación de un bellísimo panorama ».
Por su parte ‘Combat’, el 15 de agosto de 1936, escribía:
«en la ciudad donde hay un Cristo que se enfilaba río arriba –se refiere a la ciudad de Balaguer (Lérida)- en aquellos tiempos llamados paleolíticos, epipaleolíticos o neolíticos. Ahora ya no lo podrán hacer más, porque los camaradas que viven cerca del río anteriormente citado, se enfadaron y lo han convertido en una montaña de cenizas, mientras las viejas beatas esperaban que floreciera el milagro como una seta en una noche de verano ».
Y finalmente ‘Solidaridad Obrera’, el 15 de agosto de 1936, publicaba:
«La Iglesia ha de desaparecer para siempre. Los templos no servirán más para favorecer alcahueterías inmundas (…) Se han terminado las pilas de agua bendita (…) No existen covachuelas católicas. Las antorchas del pueblo las han pulverizado (…) Pero hay que arrancar a la Iglesia de cuajo. Para ello es preciso que nos apoderemos de todos sus bienes que por justicia pertenecen al pueblo. Las órdenes religiosas han de ser disueltas. Los obispos y cardenales han de ser fusilados ».
Otra parte de la propaganda difamatoria fue organizar escenas que poco tenían que ver con la reacción común de la Iglesia Católica. En Gerona un vecino de la ciudad pudo ver a un grupo de sacerdotes armados. A pocos metros un operador cinematográfico filmaba la escena. En Igualada se obligó a unos sacerdotes a tomar unos fusiles en gesto de tiro. Una cámara fotográfica inmortalizó la escena. En Barcelona sucedieron escenas semejantes. En definitiva, gracias a la fuerza de las armas pudieron obtener unas pruebas difamatorias. Incluso se llegó a asegurar que los religiosos fueron respetados y que, si después fueron muertos, su muerte fue debida a que el pueblo, equivocadamente o con razón, les creían aliados y cómplices de los militares sublevados.
En definitiva, se estructuró una campaña difamatoria contra la Iglesia Católica, utilizando todos los medios posibles, para humillar, mancillar y difamar a los sacerdotes. Una campaña bien orquestada que dio como resultado el asesinato de 2.039 miembros de la Iglesia y el incendio y destrucción de centenares de iglesias y capillas. Sembrar el odio fue fácil y, el efecto domino, hizo el resto.
La difamación no acabó al finalizar la guerra civil. El caso más claro es el del Obispo de Barcelona, Manuel Irurita. Su proceso de beatificación se interrumpió por unas declaraciones, difamatorias, que pusieron en duda sí realmente había muerto el 3 de diciembre de 1936 o, por el contrario, fue asesinado una vez terminada la guerra. Las personas que aseguraban que el Obispo Irurita murió al finalizar la guerra eran el doctor José Raventós y el señor Aragonés, los cuales afirmaron que, dos días después de la entrada de las tropas nacionales en Barcelona, vieron una persona que salía del Palacio Episcopal, acompañada de otra, y reconocieron, a aquel hombre, como al Obispo Irurita, Iba vestido de paisano, con boina, y les pareció que los reconocía, pero inmediatamente desapareció.
Se creyó a estos hombres, cuya declaración impedía su beatificación al no considerarse que fuera un mártir de la guerra, y no se tuvo en cuenta los testimonios de mucha gente que vio el cadáver del Obispo Irurita en el cementerio de Montcada y Reixach, como es el caso de la hija de Antonio Ponti, que declaró:
«Fui con mi madre a Montcada. Los restos estaban sobre unas mesas de mármol y los cuerpos procedían de un descampado donde estaban enterrados en cal. Junto al cadáver de mi padre estaba el del Obispo».
Esto no se tuvo en cuenta y sí la confusión de dos personas que, tal vez vieron a alguien salir del Palacio Episcopal pero, indudablemente, no podía ser el Obispo Irurita.
Otro ejemplo. El 25 de junio de 1938, una circular del gobierno republicano, publicada en la ‘Gaceta de la República’, simuló protección a los sentimientos religiosos, facultando a los ministros del culto y miembros de las Congregaciones religiosas, para prestar su servicio militar en Sanidad, por la mayor compatibilidad de estos servicios con la condición eclesiástica de dichos reclutas. En la circular, firmada por Negrín, se podía leer:
«El caso de dos frailes carmelitas, a los que los facciosos obligaron a incorporarse al Tercio Extranjero, y a pelear en vanguardia. Los mencionados carmelitas desertaron de las filas rebeldes y se unieron al ejército republicano, que supo tener con ellos el respeto debido a sus sentimientos, situándolos en los servicios sanitarios, labor más apropiada a su formación espiritual. Tras ellos han ido ingresando en Sanidad sacerdotes católicos y pastores protestantes, a todos los cuales, así como a los ministros de otras religiones, parece conveniente permitirles que, en caso de ser requeridos por quienes forman en el Ejército republicano, puedan prestar también los auxilios espirituales que demanden y que sean compatibles con las exigencias de la guerra, y con las necesidades de la Campaña.
«En virtud, vengo a disponer lo siguiente: Todos los Jefes de Unidades de Tierra, Mar y Aire, otorgarán las facilidades posibles para que quienes lo demanden, reciban los auxilios espirituales de los ministros de la religión que profesen, quienes, desde luego, están especialmente autorizados para ellos por esta orden ».
Esto es otra prueba sobre la difamación que se entretejió contra la Iglesia Católica. Durante la guerra civil fueron asesinados, en Cataluña, un total de 33 carmelitas. Por lo tanto, difícilmente pudieron pasarse al bando republicano pues, los habían perseguido casi hasta la extinción. Lo mismo podemos añadir de las otras congregaciones religiosas y del clero secular.
Exterminio
Sobre el exterminio, al inicio de la guerra el pánico se apoderó de todos aquellos que estaban desvinculados del bando que había ganado la sublevación, esto es, todos aquellos que no pertenecían a la izquierda, a los grupos anarco-sindicalistas, al socialismo, o al comunismo. En las ciudades resultó un poco más sencillo esconderse. En los pueblos la situación era diferente. Muchos sacerdotes tuvieron que buscar refugio en la montaña, escondiéndose en cuevas o cavidades. Algunos pasaron varios días. Otros permanecieron escondidos semanas o meses. Su único pensamiento era poder huir hacia las ciudades y, de allí, trasladarse fuera del país o a la zona nacional. Algunos, desgraciadamente, murieron de inanición, fueron encontrados o, simplemente, para dejar de pasar hambre, se entregaron a los comités locales. Así pues, en los primeros meses de la guerra, el resumen que se puede hacer de la situación es el siguiente: o conseguían los sacerdotes huir a Barcelona o acababan muertos. Huido o muerte, esto resume los meses de julio a diciembre de 1936 por lo que respecta a la persecución religiosa en Cataluña.
Lo que sí fue una norma era la muerte inmediata, sin interrogatorio ni juicio. Cualquier cosa era excusa más que suficiente para asesinar. Así, un número bastante elevado de sacerdotes fueron asesinados en su propio domicilio o en el piso donde habían encontrado refugio. A medida que los meses fueron pasando, los métodos cambiaron. Era como si la ira contra la Iglesia se hubiera apaciguado. Los sacerdotes que conseguían detener eran conducidos a la Central de Patrullas, situada en el Paseo de San Juan esquina Provenza, en Barcelona. Después de una breve estancia allí, eran trasladados, con cualquier pretexto, y los asesinaban. A mediados de septiembre de 1936 la Central de Patrullas quedó en desuso y los detenidos eran trasladados a la checa de San Elías. Se puede decir que todos los sacerdotes que ingresaron en San Elías fueron asesinados. Sólo consta que salieron con vida, en diciembre de 1936, 41 maristas, que fueron trasladados a la cárcel Modelo de Barcelona.
Los detenidos en la checa de San Elías, en su mayoría, no murieron allí. Los paseos estuvieron a la orden del día. Así, el detenido, era montado en un coche y asesinado en un lugar predeterminado de la ciudad. Los lugares más frecuentes fueron: el Morrot; Casa Antúnez, Hipódromo; cementerio de Las Corts; Pedralbes; Font del Lleó; Turo Park; Vallvidrera; Tibidabo, carretera de la Rabassada; carretera de Horta; Hospital de San Pablo; Hospital Clínico; cementerio de Cerdanyola; cementerio de Montcada y Reixach… Ahora bien, la calle, cualquier calle de Barcelona o de cualquier pueblo de Cataluña sirvió para ejecutar a un detenido.
En definitiva, se asesinó indiscriminadamente, sin importar la edad, o si estaban enfermos. Los sacerdotes, para los milicianos, eran unos apestados y, por lo tanto, debían ser eliminados. Y lo mismo ocurría con las buenas personas que les refugiaron. Tener un sacerdote en casa y ser descubierto suponía, automáticamente, la muerte. Se llegó a un punto que el sacerdote no contaba para nada. Ni tampoco como víctima.
Conclusiones
Y llegamos a las conclusiones. La persecución religiosa que sufrió España durante la guerra civil, fue el final de un largo periodo que se inició en 1834. Coincidiendo con la I Guerra Carlista, se promulgaron las leyes de exclaustración y desamortización de Mendizábal. Con ellas se redujo el poder que la Iglesia Católica había tenido durante el Antiguo Régimen. Con el pretexto que la nación necesitaba dinero para poder sufragar la guerra, se cambió la propiedad de la tierra. Si, hasta ese momento, la Iglesia había sido la gran propietaria, a partir de entonces, con la compra de esas propiedades, se creaba una nueva clase social: la burguesía. Así pues, esas leyes tuvieron un doble efecto. En primer lugar lo ya citado sobre la Iglesia y, por derivada, apartar a la nobleza de los puestos destacados de la política. Y, como consecuencia de ello, se creó una nueva clase social, la burguesía, que obtuvo privilegios y empezó a gobernar la España que se crearía una vez finalizada la I Guerra Carlista.
Un segundo golpe contra la Iglesia fue la segunda serie de leyes de exclaustración y desamortización, esta vez, patrocinadas por Mádoz. Sí todavía quedaba algo en propiedad de la Iglesia, con estas nuevas leyes se la volvía a diezmar. No hubo persecución hacia las personas pero, sí hacia el patrimonio eclesiástico. El Concordato de 1851 sólo fue un espejismo dentro de un periodo marcado por el propósito, de los gobernantes españoles, de hacer callar a la Iglesia y de ensombrecer su imagen. Demasiados años de poder, según ellos, que había condicionado el desarrollo del país. Con la Iglesia apartada del poder, España evolucionaría y estaría a la altura de otros países europeos. Si bien, en algunos periodos esto se consiguió, siempre en el plano económico, con Iglesia o sin ella, se hubiera evolucionado igual. Plagas como la filoxera o la caída de la producción textil fueron claves y sólo la evolución socioeconómica del país tenía la potestad de hacer avanzar o retroceder al país.
La Restauración trajo un periodo de calma e, incluso algunos obispos participaron en el congreso y en el senado. Fueron años tranquilos para la Iglesia, pero no tuvieron continuidad. La Semana Trágica de Barcelona marca un punto y a parte en lo que se refiere a la persecución religiosa. Se inicia una nueva etapa en la cual, a parte de patrimonio eclesiástico, se atacó a los religiosos. La llegada de la II República sería la culminación que evolucionó hasta tener su cenit en la guerra civil. La revolución de octubre de 1934 fue la piedra de toque para, posteriormente, perseguir, hasta casi el exterminio total, a religiosos, clero, religiosas y seminaristas. España había dejado de ser católica, como dijo Azaña, y, por ello, se tenía que liquidar a todos aquellos que representaban a Dios en la tierra.
Como siempre ocurre, hay manifestaciones que llevan la contraria a los dirigentes políticos. Un ejemplo son las apariciones marianas en Ezquioga durante el año 1932. España había dejado de ser católica pero, sin embargo, en Ezquioga peregrinaron miles de personas. Esta incongruencia hizo que se determinara que las apariciones eran falsas. Tal vez lo fueran. Ahora bien, ciertas o no, produjeron un milagro: que los creyentes surgieran y que fueran allí. Esto, que era contrario a los preceptos establecidos por los políticos de la II República, no fue entendido. Por eso se persiguió a aquellos que tuvieron la gracia de ver a la Virgen.
Como vemos, a través de un siglo se ha intentado, por todos los medios, romper y hacer desaparecer a la Iglesia Católica de España. Los intentos han sido muchos y los resultados, aunque terribles en algunos casos, han sido baldíos. La Iglesia Católica se ha mantenido y, mal que les pese a algunos, España no ha dejado de ser católica.
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LOS CATÓLICOS ANTE LA INSTAURACIÓN DE LA REPUBLICA
José María PERMUY- REY
Elecciones municipales de abril de 1931
Ante la convocatoria a elecciones municipales de abril de 1931, la mayor parte de los obispos españoles se mantuvieron neutrales.
Hubo, no obstante, alguna excepción, como Monseñor Múgica, que llegó a sostener que en ese momento concreto eran indignos los can¬didatos republicano-socialistas, cuyo ideario, expuesto en mítines, periódicos y proclamas, pugnaba abiertamente con la doctrina de la Iglesia, por lo que no se les podía votar y dignos y merecedores del voto, por el contrario, los candidatos derechistas, únicos que ofrecían sólidas garantías de mantener la religión y el orden.
La prensa española de inspiración católica (El Debate, Época, ABC identifican las candidaturas de los monárquicos con los partidarios de la religión y promueven que se les vote.
Instauración de la República
Ante el hecho consumado de la instauración de la república el 14 de abril, ¿cuál fue la postura de la jerarquía eclesiástica?
Roma, por medio del nuncio en España, Tedeschini, acepta la nueva situación, y, basándose en el accidentalismo de las formas de gobierno da instrucciones a los obispos para que sean obedecidos los poderes constituidos.
El nuncio envía una carta al cardenal de Tarragona, Vidal i Barraquer, expresándole «ser deseo de la Santa Sede que V.E. recomiende a los sacerdotes, a los religiosos y a los fieles de su diócesis que respeten los poderes constituidos y obedezcan a ellos para el mantenimiento del orden y para el bien común»
Los obispos españoles, a su vez, siguiendo las instrucciones recibidas de la Santa Sede, escriben a favor del acatamiento del nuevo régimen.
Excepcionalmente, el cardenal Gomá (en su carta pastoral “Sobre los deberes de la hora presente”, de 10 de mayo) y sobre todo el cardenal Segura, se mostrarán recelosos.
Éste último publica el 1 de mayo una carta pastoral en la que exalta la monarquía española y aun a Alfonso XIII y llama a la unión de todos los católicos, monárquicos y republicanos, por encima de sus diferencias en lo opinable, en defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia. Aún así, el cardenal Segura, recordando la doctrina tradicional de la Iglesia y las recientes orientaciones emanadas de Roma, escribía: “Es deber de los católicos tributar a los gobiernos constituidos de hecho respeto y obediencia para el mantenimiento del orden y del bien común”. “Sírvanos en este punto de guía para nuestra conducta la prudentísima actitud de la Santa Sede, que, al darse por notificada de la constitución del nuevo Gobierno provisional, declaró estar dispuesta a secundarlo en la obra de mantenimiento del orden social, confiando que él también por su parte respetará los derechos de la Iglesia y de los católicos en una Nación donde la casi totalidad de la población profesa la Religión católica”.
El Debate, órgano oficioso de la jerarquía, el 15 de abril señala su aceptación del régimen por el hecho mismo de haberse producido”, si bien, tres días después, en su editorial advierte a sus lectores que no se ilusionen, pues hay signos de que el acierto en materia religiosa no va a ser la pauta del gobierno provisional.
Otro documento público, la Declaración colectiva de los Reverendísimos metropolitanos de 9 de mayo, redactada por el cardenal Segura tras una reunión en Toledo, insiste en el propósito de aglutinar a los grupos católicos:
«Es, pues, apremiante en la actualidad el que los católicos, prescindiendo de sus tendencias políticas, era las cuales pueden permanecer libremente, se unan de una manera seria y eficaz a fin de conseguir que sean elegidos para las Cortes Constituyentes candidatos que ofrezcan plena garantía de que defenderán los derechos de la Iglesia y del orden social».
Los saqueos y quemas de edificios religiosos en mayo de 1931
El 11 de mayo y los siguientes días fueron incendiados, asaltados y saqueados 41 inmuebles religiosos en Málaga (sólo una de sus parroquias quedó intacta; también se destruyen templos en municipios malagueños como Torremolinos, El Palo, Churriana, etc.), 11 en Madrid, 4 en Sevilla, otros 4 en Cádiz, 5 en Jerez, 2 en Algeciras, 2 en Sanlúcar, 21 en Valencia y provincia, 13 en Alicante, 4 en Murcia. Así hasta algo más de un centenar entre los que también se cuentan bibliotecas, centros de formación, escuelas para obreros, en apenas tres días; y en los meses siguientes no dejan de menudear las quemas.
De la pasividad del Gobierno proporciona datos de primera mano Miguel Maura en sus Memorias. La declaración del estado de guerra en Madrid, que Maura juzgó disparatada antes de intentar el mantenimiento del orden con fuerzas de la guardia civil, resultó tardía para impedir los vandálicos destrozos y no fue obstáculo para que el 12 continuaran en otras ciudades españolas. No obstante la intervención espontánea de Guardia Civil o Policía impidió en la capital el incendio de otros establecimientos religiosos, lo que exhibió más categóricamente la culpable falta de energía del Gobierno provisional, empeñado en identificar demagógicamente la acción incendiaria con la voluntad popular (Presidente Alcalá Zamora: Sólo fogatas de virutas; ministro Azaña: Todos los conventos no valen la vida de un republicano. Si sale la Guardia civil, dimito). No se incoó proceso alguno y hasta se hizo recaer la responsabilidad de los desmanes sobre las propias víctimas.
¿Cuál fue la reacción de los obispos ante esta combustión combinada de los edificios y los ánimos? En la mayoría de los boletines se guarda silencio y sólo semanas después se efectúan alusiones al tratar de otros temas, como el Sagrado Corazón o el Rosario. Pero entre la minoría que se pronuncia otra vez encontramos una gradación que repite las posiciones del 14 de abril, aunque ahora con algunas defecciones en la aceptación del régimen y mayor severidad en los críticos.
Vidal y Barraquer exhibe una postura de comprensión hacia el gobierno, que ha tenido en su opinión que enfrentarse a un problema grave, posición en la que abunda el obispo de Tortosa, al subrayar que el gobierno merece alabanza por su reprobación de los hechos aunque algunas de sus medidas mantengan en zozobra a los católicos, y el de Barcelona, don Manuel Irurita, quien tras aludir a “los horribles sacrilegios que acaban de cometerse”, muestra una extraordinaria comprensión política por “el Gobierno Provisional de la República, quien, como representante de una nación de abolengo y tradiciones caballerescas y cristianas, ha de experimentar, como Nos, hondo pesar por tales hechos que nos llenan de rubor ante el mundo civilizado”.
Sin acusaciones expresas, el obispo de Madrid trasluce en realidad su defección, su abandono del apoyo que ha solicitado para la República.
Gomá y Segura redoblan sus críticas tras los graves acontecimientos. El obispo de Tarazona une el lamento por los incendios con la legislación que está aprobando el gobierno, y con mayor energía todavía Segura, que se encuentra en Roma, redacta una Exposición al Presidente del Gobierno provisional en nombre de los metropolitanos, cuyo tono, una vez más, no satisface a alguno de ellos. En este documento a la protesta por los incendios se añade una larga enumeración de agravios: supresión de la obligatoriedad de la misa en el Ejército, secularización de cementerios y separación Iglesia-Estado, prohibición a los gobernadores civiles de tomar parte en actos religiosos, supresión de honores militares al Santísimo a su paso por las calles, supresión de la obligatoriedad de la enseñanza religiosa, libertad de cultos, disposiciones sobre el tesoro artístico, infracción de la inmunidad del personal eclesiástico.
Expulsión del Cardenal Primado
El 12 de mayo el cardenal Segura se trasladó a Madrid donde mantuvo contactos con varias personas que le aconsejaron se marchara de España al pensar que el Gobierno, tarde o temprano, iba a ordenar su expulsión. Al día siguiente se trasladó a Roma, donde tiempo más tarde fue recibido por Pío XI y por el cardenal Pacelli, a quienes informó sobre la situación española. Y también desde Roma y con fecha 3 de junio, hizo pública la exposición dirigida al presidente del Gobierno en nombre de los Metropolitanos:
“Excelentísimo señor: reunidos los metropolitanos españoles para estudiar debidamente la situación creada a la Iglesia española por el nuevo estado de cosas, con el fin de trazar a los fieles normas seguras de su actuación cristiana en los actuales momentos, acordaron dirigir atento escrito a vuecencia, en calidad de presidente del Gobierno provisional, según lo han venido haciendo con anterioridad en sus reuniones habituales.
Hacen constar, en primer término, que reiterando las manifestaciones hechas por todos los reverendísimos prelados, han recordado a los católicos españoles el respeto y la obediencia que deben a las autoridades constituidas, y la cooperación en todo aquello que concierne al bien común y a la paz social, en la convicción de que las autoridades respetarían los derechos de la Iglesia y de los católicos en esta nación, en la que la inmensa mayoría de los ciudadanos profesan la religión católica.
Mas se han visto en la precisión de cumplir al mismo tiempo con el angustioso deber que les impone su cargo pastoral, de manifestar la penosísima impresión que les han producido ciertas disposiciones gubernativas, emanadas del Poder público, o la realización de hechos incalificables que vetan de un modo manifiesto derechos sacratísimos de los que viene gozando desde tiempo inmemorial la Iglesia en España”.
Apenas el Gobierno había podido digerir las palabras del cardenal y demás prelados, cuando el 11 de junio Segura vuelve a España y entra por la frontera de Roncesvalles, permaneciendo en paradero desconocido para el Gobierno durante tres días. Por esas fechas ya se había pedido a Roma su expulsión de territorio español: “Con motivo de la Pastoral que el Primado de Toledo dirigió a otros Prelados, con ocasión de la proclamación de la República, el Gobierno estimando peligrosa la permanencia del Cardenal en España, solicitó de la Santa Sede la remoción de D. Pedro Segura de la Silla Metropolitana de Toledo”. Después de viajar por carreteras de segundo orden, para no ser descubierto, consigue llegar a Madrid y posteriormente a Guadalajara donde fue mandado detener por el Gobierno sin que opusiera resistencia alguna. A continuación fue llevado al Gobierno Civil y al día siguiente le fue comunicado que tenía que salir de España, a lo que el cardenal se negó si antes la orden de expulsión no le era notificada por escrito. Al poco tiempo le hicieron entrega de un comunicado que decía: “De orden del Gobierno Provisional de la República española, sírvase ponerse inmediatamente en marcha hacia la frontera de Irún. Dios guarde a su Eminencia muchos años. Guadalajara, 15 de junio de 1931. El Gobernador Civil”. Una vez finalizada la lectura del comunicado, Segura escribió el jefe del Gobierno pidiendo se le expliquen los motivos de su expulsión, a la vez que se lamentaba de carecer de dinero, de ropa, de medicinas, etc. Así y todo, se cumplió la orden de alejarlo de España y «a las cuatro y media de la madrugada, y en un automóvil de la Dirección General de Seguridad, llegó a la frontera el cardenal Segura.
Ante la expulsión del cardenal primado, la movilización de las organizaciones católicas fue impresionante
Otros elementos de tensión.
Los procesos que confluyen en una situación de tensión Iglesia-Estado en las primeras semanas de la Segunda República, antes de la publicación de los anteproyectos de Constitución, son muy diversos.
Capítulos básicos en las primeras semanas son los decretos e instrucciones sobre enseñanza religiosa, escuela única y libertad de cultos.
Enseñanza de la religión. El Decreto de 6 de mayo sobre voluntariedad de enseñanza de la religión, desarrollado en circular de 13 de mayo, exime de tal disciplina a los alumnos cuyos padres no la soliciten expresamente, y a los maestros de impartirla, al tiempo que se prohíbe dentro del horario escolar. En el caso de que el maestro no desee enseñarla solicitará la colaboración de un sacerdote que ha de proporcionarle el párroco. El Debate llamó al decreto “un desahogo del sectarismo”; la Asociación Nacional Católica de Padres de Familia lamentó lo que podría ocurrir en casos de maestros comunistas o ateos, que obstaculizarían la entrada del sacerdote y llegarían a prohibir la enseñanza religiosa incluso a quien la pidiere.
Escuela única.
El Debate considera que con esta unificación del sistema escolar los padres no tienen la posibilidad de elegir la orientación que desean para sus hijos y en consecuencia se les desplaza en un ámbito esencial de responsabilidad familiar.
Libertad de cultos. El decreto de 22 de mayo provoca vehementes protestas de la jerarquía. En sus líneas esenciales es¬tablecía la prohibición de inquirir el credo religioso de los ciudadanos, la autorización del culto público y privado de todas las confesiones y la no obligación de participar en ceremonias públicas, de donde se derivaba la no asistencia de las autori¬dades civiles a procesiones y actos litúrgicos solemnes.
La Constitución republicana
La expulsión de los católicos de la República (en expresión de don Ángel Herrera, figura sobresaliente del catolicismo de la época y director del periódico El Debate) se consumó sin duda con la aprobación el 9 de diciembre de la Constitución de 1931.
El 13 de octubre de 1931 se debatió en las cortes el más polémico de los artículos del proyecto constitucional referente a la Iglesia, el artículo 26.
“Todas las confesiones religiosas serán consideradas como asociaciones sometidas a una ley especial. El Estado, las regiones, las provincias y los municipios no mantendrán, favorecerán ni auxiliarán económicamente a las iglesias, asociaciones e instituciones religiosas. Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del presupuesto del clero. Quedan disueltas aquellas órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado [indisimulada alusión a la Compañía de Jesús]. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes. Las demás órdenes religiosas se someterán a una ley especial votada por las Cortes Constituyentes y ajustada a las siguientes bases:
1ª Disolución de las que, por sus actividades, constituyan un peligro para la seguridad del Estado.
2ª Inscripción de las que deben subsistir, en un registro especial dependiente del Ministerio de Justicia.
3ª Incapacidad de adquirir y conservar por sí o por persona interpuesta más bienes que los que, previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento directo de sus fines privativos.
4ª Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.
5ª Sumisión a todas las leyes tributarias del país.
6ª Obligación de rendir anualmente cuentas al Estado de la inversión de sus bienes en relación con los fines de la asociación.
Los bienes de las órdenes religiosas podrán ser nacionalizados».
La reacción de los católicos, como era de prever, no se hizo esperar.
El Debate, en editorial publicado el 14 de octubre manifiesta: “Los católicos hemos extremado los deseos de concordia. Sin una provocación de nuestra parte, se nos ha declarado la guerra con un ataque sectario a la Religión. En el exterior no hay prestigio y en el interior el malestar es profundo y en medio de esto se alza bandera contra la Iglesia que desde el advenimiento del Régimen ha extremado la tolerancia, la transigencia, la comprensión, las concesiones, el afán de concordia. La Constitución que se elabora ya no es nuestra. No estamos los católicos dentro de ella. Se ha proclamado ya a las claras la guerra, la persecución contra la creencia religiosa. Tenemos que defender la fe, tenemos que trabajar dentro de la legalidad contra esa Constitución. ¡Nada de guerra civil! Sería ilícita, insensata, imposible de mantener. ¡Dentro de la ley! ¡Nada de palabras altisonantes!”.
El 17 de octubre El Debate publica un manifiesto de los diputados católicos en el que entre otras cosas se dice: “La Constitución que va a aprobarse no puede ser nuestra porque es antirreligiosa y antisocial y por ello, ya desde ahora, levantamos la bandera de la revisión”
El Episcopado español envía el 18 de octubre un mensaje de agradecimiento al Papa, en el que se puede leer:
“Fácilmente se comprenderá cuán numerosos y graves sean los daños con sólo considerar las causas de donde proceden: separación completa y radical entre la Iglesia y el Estado, se ha llegado a este punto sin contar con la gran fuerza social de la Religión; equiparación de la religión católica a las otras confesiones a pesar de que ninguna de éstas cuenta en España con fieles numerosos. (...) Esto que en otras naciones puede ser conveniente, en España es obra de un sectarismo pernicioso. (...) Se han tomado medidas contra las Órdenes religiosas, especialmente contra la Compañía de Jesús. Se nacionalizaron los bienes de ésta; se dieron disposiciones sobre la enseñanza y con ello se pretende arrancar al niño de la educación de sus padres y a los jóvenes de la influencia de la Iglesia; se atenta contra la indisolubilidad del matrimonio; implantación del divorcio; se suprime la dotación de culto y clero, quebrantando los solemnes pactos contraídos por el Estado a título de justicia. (...) Lo peor de todo es el laicismo que, a fin de cuentas, lo que intenta es sustraer a la ley de Cristo toda la sociedad... [basándose] en una filosofía ingeniosa pero desprovista de base científica. En nombre de la libertad de pensamiento y de la transigencia se imponen errores ya hace tiempo condenados... La proclamación del ateísmo oficial con todos sus horrores y daños incalculables». «[los católicos] atenderán a la defensa de los altos intereses de la Iglesia con el concurso de todas las buenas energías empleadas por las vías justas y legítimas. Haciendo esto, se sirve también a la Patria como fervientes y dóciles ciudadanos, siguiendo así las instrucciones del Episcopado que ha reconocido y acatado el Poder constituido sin vincularlo jamás a una determinada forma de gobierno”.
Estas mismas ideas recoge el episcopado español en la pastoral publicada por El Debate el 1 de enero de 1932, en la que manifiestan su disgusto ante varios preceptos constitucionales.
La legislación antirreligiosa de desarrollo de la Constitución y las medidas sectarias continuaron como en cascada tras la promulgación de la ley fundamental. A mediados de enero del 32, el director de Primera Enseñanza, don Rodolfo Llopis, envía una circular a todos los maestros ordenando la retirada inmediata de los crucifijos de las aulas en cumplimiento del art. 43 de la Constitución.
El 24 de enero se decreta la disolución de la Compañía de Jesús conforme al art. 26 de la Constitución y la incautación de todos su bienes.
El dos de febrero se aprueba la ley del divorcio, el seis son secularizados los cementerios y el 11 de marzo se suprime la asignatura de religión en todo el sistema educativo. El 17 de mayo de 1933 es aprobada la Ley de Confesiones y Congregaciones religiosas, que acabó condenando el propio Pío XI en su encíclica Dilectissima nobis.
Como hemos visto hasta aquí, la posición de la jerarquía católica es en todo momento, de acatamiento del poder constituido, de resistencia pasiva a las leyes injustas, pero resistencia siempre dentro de los cauces legales establecidos; mientras que las autoridades republicanas demuestran en todo momento una beligerancia extrema contra la religión y la Iglesia.
No obstante, cuando todos los cauces legales fueron agotados, la misma jerarquía justificó la sublevación contra la tiranía frentepopulista, calificándola de cruzada, como de hecho fue.
Pero ese es otro tema.
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“LA LEGISLACIÓN CATÓLICA Y EL NUEVO ESTADO”
D. GIL DE LA PISA ANTOLÍN
Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva de la Habana
LA LEGISLACIÓN CATÓLICA Y EL NUEVO ESTADO
Queridos amigos:
La fe a prueba de terremotos de D. José Ignacio Dallo y de Jaime Serrano provoca problemas serios (al menos a mí), pues consi-deran empresa fácil el hacer milagros... Solo haciendo prodigios es posible comprimir en media hora lo que exigiría bastantes horas para poder presentar aceptablemente con una mínima estructura sólida. Hablar de la legislación católica del Estado Nuevo, surgido de la Cruzada y la Victoria, tiene materia no ya para una breve charla sino para un Seminario denso. Nunca he conseguido comprende que la Iglesia Católica no haya salido en bloque en defensa del Régimen y del Caudillo que lo dirigió durante cuarenta años, como un ejemplo de Estado empeñado en facilitar el Reinado de Cristo, que es la misión esencial que le encomendó su Fundador. No lo he entendido nunca, y menos lo entiendo ahora cuando pedimos perdón por los “errores” pasados de nuestra Madre que según aprendimos al rezar el credo es Santa e inmune al pecado. Discúlpenme este desahogo inicial.
Intentaré, de todos modos, convertirme en “taumaturgo” improvisado. Y aunque no consiga hacer el milagro al menos espero cumplir con el cometido que me han encomendado.
La consecuencia inevitable, del hecho mismo de que nuestra guerra de Liberación fuera considerada (¡y bendecida!) como CRUZADA, por los papas (y todos los obispos con “mando en plaza” en los años treinta del siglo pasado, para lo cual basta releer la Carta Colectiva del Episcopado español, o ver los documentos pontificios e intervenciones de los papas, desde Pío XI hasta Benedicto XVI) fue, en primer lugar, impregnar la Legislación del Estado de espíritu católico.
Por otra parte (como consecuencia de la personalidad del generalísimo de los Ejércitos vencedores) suponiendo que no hubiera sido una Cruzada, el ya Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Estado, tenía elegido un camino a seguir: en la nación que los rojos, separatistas, masones y judíos, habían intentado destruir, aniquilando el Catolicismo, se implantarían unas leyes que hicieran imposible volver a las andadas. Franco tenía muy claro, cuál era la solución eficaz a los problemas de España y estaba decidido a poner las Leyes de Dios y de la Iglesia como soporte y fundamento de toda la Legislación futura.
El poder legislativo de la Nueva España proporcionaría al Nuevo Régimen, el antídoto del veneno con el que los eternos enemigos de la Patria habían provocado durante siglo y medio todas las tragedias y desastres.
Para intentar realizar el milagro que me piden presentaré un cuadro impresionista a base de pinceladas yuxtapuestas al no disponer de tiempo suficiente para ofrecerle una exposición magistral sobre “LA LEGISLACIÓN CATÓLICA Y EL NUEVO ESTADO. Creo, pues, que la mejor --y quizás la única-- fórmula viable.
Cuando inicié la preparación de ésta ponencia releyendo las “Leyes” que fueron el alma del Nuevo Estado, (Fuero de Trabajo, Ley Orgánica, Principios del Movimiento, Concordato, etc.) me di cuenta que “sintetizar” en treinta minutos todas las ideas que me sugerían, me resultaba imposible y solicité ayuda.
El amigo Fernando Gallego vino en mi ayuda y me facilitó dos libros que me ofrecían en bandeja --y ya hecho-- el trabajo que yo había empezado a perfilar: “Francisco Franco, cristiano ejemplar” de Manuel Garrido Bonaño, O. S. B. (Fundación Francisco Franco) y “Franco y la Iglesia Católica. Inspiración cristiana del Estado”. Trescientas páginas que se podrían condensar en esta conclusión:
“En dos mil años de Cristianismo será difícil hallar una visión política más ajustada al proyecto ideal soñado por el Magisterio de la Iglesia”.
Estas dos docenas de palabras expresan una gran verdad: Desde que el mundo es católico nunca nadie fue capaz de ajustar la legislación como el Régimen franquistas al magisterio de la iglesia.
El autor del segundo libro afirma:
Franco superó, con sus proyectos de cristianización de las leyes, a San Luís rey de Francia o a Fernando III el Santo de Castilla.
Yo mismo --que he vivido todo el proceso, desde la República, hasta la muerte del Caudillo (unas veces en España otras desde el extranjero)-- y que pensaba tener las ideas muy claras al respecto, he de confesar que antes de leer ambos textos, ciertos aspectos me habían resbalado más de lo que podría imaginar, tanto en relación al excepcional personaje, como a su obra como esta-dista católico.
Debido a que, como falangista (aunque siempre he defendido a Franco, por tantos méritos como acumula: su genio militar, su lealtad y servicio entero a España, la reconstrucción nacional, etc.,) su proceder frente al “Antipartido”, (al no llevar a sus últimas consecuencias los ideales de José Antonio, Onésimo y Ramiro), levantaba una especie de cortina ante mis ojos que me empañaba la visión.
Esto mismo, les ha ocurrido pienso yo, a otros grupos políticos (integrados estas minorías que subsistimos sobre la base de la lealtad y la defensa de España y sus valores agrupados en la denominación: “los nuestros”) y que, en ciertos momentos, hemos sido excesivamente críticos con Franco.
Entremos plenamente en materia.
Hasta el Vaticano II la Iglesia tuvo como el “anti-ideal” de las relaciones Iglesia-Estado, la separación de la Iglesia y el Estado. Roma, defendió siempre como “ideal” de la política: la “confesionalidad católica del Estado” y la separación “se toleraba” como mal menor. El ideal, por lo tanto, era su contrario.
Una observación: ¿Recuerden el punto 25 de la Falange (“¡puro Vaticano II”!, diríamos hoy)? Decía: “Nuestro movimiento incorpora el sentido católico (de gloriosa tradición y predominante en España) a la reconstrucción nacional. La Iglesia y el Estado concordarán sus facultades respectivas sin que se admitan intromisión o actividad alguna que menoscabe la dignidad del estado o la integridad nacional”.
¿Qué ocurrió? Ese famoso punto, escandalizó entonces, y se consideró a José Antonio (católico con vencido y practicante), como un heterodoxo peligroso. Aludo al hecho, únicamente a título de “composición de lugar”, que diría San Ignacio...
Otra pincelada.
El 1º de octubre de 1936, el Caudillo, anunció “la aconfesionalidad del Estado”, provocando la protesta de la Comunidad Tradicionalista. El cardenal Gomá –eso sí-- no le dio importancia al hecho en la convicción de que “si la política va por el camino del sen-ido político-cristiano” no debía provocar el pánico. Por otra parte, el obispo Pla puntualizó: la “confesionalidad” no es “teocracia”. ¡Como ven, los obispos seguían muy de cerca el tema, por su indudable importancia!
Durante la Cruzada y la II Guerra Mundial la propaganda nacional socialista (conocida como nazi) intenta presionar sobre la juventud española. Nuestro Régimen, salva muy bien el escollo: ¡no habla y hace!
Como prueba de ello, ¡la realidad!: “todas las obras de la Falange (Sección femenina, Frente de Juventudes, Auxilio social, etc.) se mantienen en la línea ortodoxa”. Es mas en 1942, en el Congreso Internacional del Movimiento Juvenil Pan-europeo, la Delegación española consigue que se proclame oficialmente: “La fe en Dios y los valores de familia, pueblo y patria, el honor, el trabajo y la libertad constituyen el cimiento indestructible de la nueva comunidad europea”.
En noviembre de 1937, Franco declara a una agencia internacional de noticias: “Nuestro Estado ha de ser un estado católico en lo social y en lo espiritual”.
Importantísimo:
La “confesionalidad católica” con proyección de “justicia social” es “principio motor” de las siete leyes fundamentales del nuevo Régimen.
Por eso ni Satanás ni sus hijos pueden olvidar a Franco y menos aun perdonarlo. Lo recuerdan todos los días del año, muchas veces al día, en sus televisiones, en sus artículos, en sus tertulias, no saben hablar ni escribir, sin “acordarse de Franco”. Para “ellos” sigue vivo...
Otra pincelada:
En 1941 se establece un “Convenio provisional” que regirá las relaciones Iglesia-Estado, mientras se negocia el “Concordato”. Pues bien, a ruego de la Santa Sede se incorpora el artículo 1º del Concordato de 1851: “La Religión Católica, sigue siendo la única de la nación española y gozará de los derechos y las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico”.
En 1958 se promulgan los “Principios del Movimiento Nacional” (condensación de todos los que venían inspirando la legislación desde el primer momento del Alzamiento). Y ¿qué se estipula en ellos?:
“La nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana (única verdadera) y fe inseparable de la conciencia nacional que inspirará su legislación” (II principio)...
“La forma de Estado es la monarquía, tradicional, católica, social y representativa”.
El FUERO DE LOS ESPAÑOLES (1945) reconocía a los no católicos
el derecho a no ser molestados en sus creencias religiosas, ni en el ejercicio privado de su culto; les imponía –eso sí-- li-mitaciones en la propaganda y en las manifestaciones públicas del culto.
¡Muy a tener en cuenta!: (Sobre todo los clérigos que tienen a Franco por un tirano...) Y la Iglesia era, a la hora de aplicar este reconocimiento, más “restrictiva” que Franco..., que, como buen estadista, pensaba en España y en no poner más trabas a las relaciones con el mundo exterior que nos tenía cercados. (¿Se han olvidado o no saben Historia nuestros clérigos democráticos?)
Estados Unidos presionaba y por “culpa” de los obispos (entiendan lo que digo, no lo que puedan interpretar...pero la Historia es la Historia...) España pagó las consecuencias con graves perjuicios económicos... de su celo “católico romano” (Todos ustedes pue-den sacar conclusiones...).
Ahora bien, conviene resaltar un embuste de fatales consecuencias: El hecho de haber convertido la fidelidad de España a Roma (esforzándose en legislar de acuerdo con las enseñanzas seculares y ortodoxas de la Iglesia) en una falsedad, y no se cansan de presentar una y otra vez la imagen de esa fidelidad como una
actitud antediluviana, inmovilista o medieval inventándose, además, una “palabreja despectiva” (“NACIONAL-CATOLICISMO”) para designarla.
El tema del “nacional-catolicismo” merecería una charla aparte, por la absoluta carencia de fundamento, por ser uno de los mayo-res embustes que ya la propia Jerarquía e Iglesia española ha digerido como verdad incuestionable... Es otro “producto genial” de lo que llamo el “Laboratorio de Ideas del Poder Supremo sin rostro”
Nunca existió el llamado “NACIONAL CATOLICISMO” que únicamente y siempre fue, un mérito del Catolicismo español o sea un ejemplo de “fidelidad a Roma”, a la “Roma eterna”.
Si aplicamos el mismo método hoy (a los esfuerzos y la doctrina de los últimos papas en recodar a los políticos que nunca existirá Europa si renuncia al Cristianismo), tendríamos que llamarlo el “EURO-CATOLICISMO” de la Iglesia.
Tema interesante para otros foros. No voy a insistir pues, pero quede claro que no debemos tragar el que pretendan que comul-guemos con ruedas de molino, sin reaccionar debidamente. (Y aprovecho para machacar una vez más el axioma sionista (¡axio-ma!, sí):
“Los goyim tienen inteligencia de bestias...”.
Por eso tragan lo que les echen.
El fervor del pueblo sano de Europa, en afirmación de su fe, ha sido siempre consecuencia de los ataques programados, organizados y eficacísimamente dirigidos desde las cavernas de la Logias. La reacción de nuestro pueblo, frente a la persecución de la República contra todo lo que oliera a Catolicismo y a sus valores, convertidos en algo esencialmente español, no fue distinta de la que ciento cincuenta años antes se produjo en Francia, natural y espontánea, en un pueblo que aun no lo habían descristianizado los políticos atados a las logias. No fue consecuencia del “franquismo” sino del alma sana del pueblo español. Así lo sostuvieron todos los obispos incluido Tarancón quien proclamó (“...forjar la España grande y católica que todos deseamos, reencarnación gloriosa de aquella España tradicional en la que el sentimiento religioso y el sentimiento patriótico se fundían en un solo anhelo...”) hasta Añoveros, pensaba así.
Seguimos dando pinceladas.
La obsesión del Nuevo Régimen (y de Franco su motor) fue “conceder una libertad absoluta a la Iglesia pera llenar su misión, garantizarle la independencia y lograr una perfecta cooperación del Estado con ella mediante la regulación jurídica concordada”.
Y así lo hizo saber a la Santa Sede en su primera comunicación. Es a través del cardenal Gomá y ofreciéndoles “la seguridad de que no sólo respetará la libertad de la Iglesia en el ejercicio de sus funciones propias sino que prestará su leal concurso, persuadido de lo beneficiosa que será la mutua colaboración”. Y en esa línea se mantendrá hasta su despedida de este mundo en 1975... para recibir la recompensa del que persevera hasta el fin.
La Compañía de Jesús, expulsada de España por la maravillosa República del crimen (¡tan defensora de las libertades democrá-ticas, como es sabido!) y se le devuelven todos los bienes robados por la añorada “legalidad republicana”.
La prensa de la Iglesia queda eximida de censura (usual en tiempos de guerra y, además, “herencia” de la República, tan respe-tuosa de la Ley...).
Amplía la libertad de la Acción Católica. Y todo sin comprometer lo más mínimo su libertad de acción de la Iglesia ni de sus aso-ciaciones, garantizando la “independencia de la Iglesia” (... o sea, y subráyemoslo, sin pedir -- y menos aun-- exigir, contrapartida alguna). ¡Cuánto y cuán gravemente se ha mentido en ese aspecto! No sólo por los enemigos de España y de su Religión, sino por esos “portavoces oficiales u oficiosos” de las conferencias episcopales).
Y siguen las pinceladas.
Otra falsa información que conviene resaltar: la que tiene relación con el nombramiento de los obispos el “derecho de presenta-ción”. España desde tiempo inmemorial tenía ciertos privilegios, como los tuvo “y los sigue teniendo–superiores a los de España que se los autolimitó-- otras naciones como Francia nación en manos de las logias y del sionismo, madre de la política atea, agnóstica y anticatólica, y otras naciones europeas que se benefician de concordatos firmados por regímenes totalitarios. Franco dejó a la Iglesia libertad absoluta y se limitó a guardar los formalismos sin interferir en nada ni él, ni el Estado Español.
Y por más que se diga, la Iglesia no se puso una especie de “autocensura”. El abuso fue más bien, en sentido inverso: “las jerarquías paralelas” que controlaban y manejaban a su aire, ciertas diócesis “abusaron de la absoluta libertad” que se le reconoció y el “autocontrol del Régimen” (éste sí que se “impuso” autocensura “positiva” en beneficio de la Santa Madre Iglesia por voluntad de Franco) para incordiar y crear problemas que no se hubieran atrevido a provocar en un Régimen realmente “dictatorial” como el actual régimen socialista imperante.
Dejemos constancia clara y contundente de que no hubo ni un solo obispo vetado por Franco, borrándolo de la presentación pro-puesta por la Jerarquía católica. Es más, no tocaba ni siquiera el “orden” de predilección... que fijaba la “presentación” elaborada por la Iglesia. Realidad confirmada por todos los obispos españoles, incluso los que acabaron “desenganchándose” de la Cruzada” como el ínclito Tarancón (a quien, por cierto, Franco “presentó” para cuatro sedes: Solsona, Oviedo, Toledo, Madrid).
Y hablando de la “presentación de los obispos” conviene resaltar que Franco más bien le tenía aversión al antiguo privilegio y dijo: “no quiero ser como los políticos del antiguo régimen que hacían obispos” o sea, que era evidente que estaba más en la línea de la Santa Sede que en la de nuestros juristas.
Reduciré al mínimo las citas de los obispos que avalan dicha realidad --innumerables y contundentes en su testimonio--. Conocida por todos los que no odian la Cruzada y también por la mayoría de los que luego se apuntarían al carro de los “futuros vencedores políticos” cuando son historiadores serios. Ya conocen algunas.
He aquí una muestra que podrían hacer suya todos los obispos: “Gracias por la libertad plenísima, absoluta que hemos gozado los pastores durante el tiempo de vuestro mandato para ejercer nuestro ministerio pastoral... En todos los días de mi largo pontifi-cado –unos treinta años—jamás se me ha dicho nada, por parte de V.E., ni de ninguno de vuestros colaboradores en las tareas de gobierno, ni directa, ni indirectamente, he recibido presión alguna, si siquiera sugerencia alguna que pudiera afectar el libre ejerci-cio de mi cargo... siempre encontré colaboración leal y desinteresada tanto en Lérida como en ´Tortosa”.
Las indicaciones sobre materias mixtas según el Primer Secretario de la Conferencia Episcopal (1973). “fueron siempre muy sobrias, casi nulas, en comparación con las presiones obsesivas de ciertos grupos clericales y laicales•”
Y una última cita, en 1969, ante el Príncipe Juan Carlos:
“La Iglesia ha podido ejercer su misión propia a favor de sus hijos, con una libertad como no se conocía durante siglos”.
La gestación del Concordato fue laboriosa y harto difícil (por las circunstancias del momento: la Guerra mundial, Hitler, el marxismo triunfante, un nuevo orden europeo, etc.). Los juristas de la España Nacional creían vigente el de 1851; Roma quería uno nuevo.
Se mantuvieron los primeros artículos de antiguo concordato: confesionalidad, tutela y enseñanza de la Religión, libertad en el ejercicio de las funciones pastorales. Y se regulaba la intervención del Estado en el nombramiento de los obispos y se comprometía a no legislar sobre materias mixtas u otras de interés para la Iglesia “sin previo acuerdo con la Santa Sede”.
Se aceptaba el sistema sugerido por Roma en lo que respecta al nombramiento de los obispos. “No era el derecho de presenta-ción” que aún conserva Francia y antes también tenía España. Era diferente. El nuncio hacía una selección y presentaba seis candidatos. El Papa podía poner otros y seleccionaba una terna de la cual el Jefe de estado español “presentaba” uno. La iniciativa, el juicio de aptitud y la decisión estaban en manos de la Santa Sede. Franco nunca tomó la iniciativa de recomendar a nadie, únicamente en una ocasión “dio un consejo” de simple “traslado de diócesis”... y Roma no lo atendió. (¡Todo un record!... para cuarenta años de eso que llaman “dictadura" y... luego ¡cuentan historias, manipulan y mienten!).
Entre 1941 y 1950 se firmaron Acuerdos sobre nombramientos de otros cargos eclesiásticos, Seminarios y Universidades de estudios eclesiásticos, Tribunal de la Rota en Madrid, Jurisdicción castrense y asistencia religiosa a las fuerzas armadas.
Finalmente, en 1953, se firma el Concordato calificado como el “Concordato modelo entre la Santa Sede y un Estado católico”.
Se ha dicho que que casi todo eran concesiones a favor de la Iglesia Católica. Y lo han presentado como si fuera fruto de la debili-dad política de Franco. ¡Mentira! Franco tenía todas las de ganar si hubiera querido “presionar, lo tenía todo a su favor. Pero lejos de un chantaje fue el producto lógico de un régimen nacido de una “Cruzada” que quiso llevar su fe, a sus últimas consecuen-cias. Y de una Santa Sede que deseaba subrayar su independencia (y que sabía que contaba con la colaboración leal de un régi-men consecuente con sus principios).
El Concordato de 1953 fue, simplemente, el triunfo de la “tesis católica” sobre una materia política de enorme trascendencia. La ignorancia, y mala fe de cierta casta clerical al servicio “de los de siempre”, han convertido fábulas en dogmas de fe históricos. ¡Qué pena!
Porque la realidad que hemos vivido los que tenemos ya muchos años es totalmente diferente de los principios e ideas que han metido en mollera, a las nuevas generaciones eclesiásticas. Si les he de ser sincero, en estos momentos creo que éstas no tienen culpa porque viven en la ignorancia más supina... “en todos los aspectos”.
Ahora lo único que me dan es ¡pena! Pena de verlos tan pobres diablos. Antes me sacaban de quicio, finalmente he acabo por comprender que viven en un mundo “virtual” que no tienen nada que ver con la Historia real de los últimos ochenta años, y que lo mejor que podemos hacer es tratar de “informarles”...
“Cuando los obispos teníamos alguna dificultad con la Administración, recurríamos a Franco que la resolvía siempre a favor de la Iglesia”
decía en 1975 el obispo de Vitoria.
Nunca consintió que se utilizara como “arma política” las conductas equivocadas de ciertos eclesiásticos. Por el contrario todo era dar facilidades para crear las condiciones propicias a la acción de la Iglesia. (¡Como ahora! Cuando se considera un éxito que los gobernantes socialistas se dignen hablar con los obispos...). Hasta Añoveros confiaba en Franco como árbitro y fue el Caudillo quien cerró el caso.
Todos los informes de superiores religiosos, obispos, nuncios, tenían como común denominador de su opinión “el equilibrio imperturbable de Franco y su línea inamovible de fidelidad a la Santa Madre Iglesia. Que se concretó en una legislación de inspiración cristiana que hizo de las Instituciones un instrumento favorable a la vida católica.
Se protegió legalmente a la familia, el matrimonio canónico y la Educación cristiana.
Facilitó el acceso de la Iglesia a la acción pastoral en todas las instituciones del Estado. ¡Como ahora! No tienen más que repasar la eliminación de la influencia de la Iglesia en la Educación, en los cuarteles en los hospitales.
La revista de la Acción Católica reconoce que “nadie antes hubiera conseguido disponer de las facilidades y medios que el Estado proporcionaba”. Con leyes cuando era preciso. Porque el Régimen “fascista” de Franco legislaba a favor de la propagación de la verdad que Cristo a proclamar a favor del hombre.
Más pinceladas...
Hasta los mismos “derrotados” exiliados volvían a España cuando estaba en juego la educación de sus hijos.
La Sección Femenina fomentó un tipo armonioso de mujer cristiana.
Los sindicatos también contaban con asesoría religiosa y la luz del Magisterio en materia social.
Radio Nacional y las Cadenas de radio públicas fueron igualmente grandes instrumentos de formación religiosa y valore humanos. Y algo de trascendencia fundamental en pro la Santa Madre Iglesia, el Estado autorizó la creación una cadena de emisoras de radio propias de la Iglesia.
Y cuando llegó la Televisión se puso igualmente a la disposición de la Jerarquía Eclesiástica otro instrumento más de formación religiosa mediante programas ad hoc dirigidos por sacerdotes y en los que obispos como Guerra Campos, formaban la conciencia de los católicos.
Los Estudios superiores de Teología, Sagrada Escritura e Historia Eclesiástica fueron incorporados al Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Se aprobaron Universidades Católicas y Facultades de Estudios Eclesiásticos reconociéndose sus títulos. En 1940 se creó el Consejo Superior de Misiones.
Ese clima facilitó el que hubiera tantas las vocaciones religiosas y al sacerdocio, que Franco se creyó obligado a dar consejos a cierto obispo que tenía dificultades para albergarlas y comentó que ya no necesitaba más: “No tiene derechos a despreciar las vocaciones que Dios le da –le dijo--. Si no las necesita, las necesita la Iglesia y concretamente América y las Misiones”.
Más datos:
El Vaticano siempre contó con el apoyo de España en sus iniciativas diplomáticas y en pro de la paz.
Otra forma de proteger a la Iglesia fue la ayuda económica a la Iglesia, se dio en tres planos: 1. Exenciones tributarias, 2. Re-construcción de edificios (tres mil millones), templos, seminarios reconstruidos o ampliados (sesenta y seis). (Carrero Blanco cifró lo recibido a lo largo de 36 años en trescientos mil millones de ptas.) 3. Dotación a las personas (aunque por debajo del salario mínimo). En este aspecto es una prueba de la visión evangélica de la Iglesia española, pues aunque un decreto del Gobierno igualaba el sueldo base e los curas al de los maestros, la realidad es por voluntad de la Iglesia se quedaría en la cuarta parte... dado que aplicar esa “conquista de necesidad” aplicando criterios humanos, hubiera supuesto perjudicar a los maestros.
En los transportes por ferrocarril los religiosos tenían un 50% de descuento.
Se impone una pregunta y, sobre todo, que la nueva clerecía modernista debería examinar su conciencia:
¿Aprovechó la Iglesia la Libertad y las facilidades?
Le ayudaremos con más pinceladas.
La creatividad fue notable en los años cuarenta y cincuenta. Es decir: Todo antes de 1965, antes del Vaticano II. Antes de que el humo de Satanás, se colara en la Iglesia, utilizando las palabras de S. S. Pablo VI.
En esos cinco lustros posteriores a la Cruzada y la victoria es cuando se llenaron los seminarios y florecieron las vocaciones y las iniciativas, la mayoría de las escuelas, colegios universitarios, facultades y universidades de la iglesia, centros de cultura religiosa superior para seglares, organizaciones de ayuda a las misiones, campañas contra el hambre; las 140 casas diocesanas de Ejercicios espirituales, la cadena de emisoras radiofónicas de la Iglesia, la B.A.C.; Cáritas, sesenta revistas de cultura eclesiástica superior, otros sesenta institutos religiosos femeninos. Los Seminaristas mayores pasaron de 2000 en 1940 a 8000 en 1952, 9000 hasta 1964. El número de sacerdotes diocesanos aumentó el 25 %. El de religiosas un 170%, un 60 % las monjas de clausura, los socios del apostolado seglar llegaron al millón...
Dijo Juan XXIII en 1972: “Cuánto nos ha consolado en nuestras visitas a España el ver repletos los templos rebosantes, los seminarios, alegre y serenos vuestros hogares y familias “.
Las Misiones Populares, por otra parte, reanimaron la vida de fe de muchas comarcas.
La Iglesia tenía cerca de 7000 escuelas propias, dos millones de alumnos, 17000 alumnos universitarios. Y un dato que hoy impresiona, antes de 1965 habían hecho ejercicios espirituales un millón cien mil hombres. Sobre todo si piensan que la semana pasada en Caldas de Montbuy éramos “siete, los que hacíamos Ejercicios Espirituales, siete” y que el P. Cueto informara que, en Pozuelo de Alarcón, van a suprimir las tandas de cinco días... porque no hay demanda... Nacieron en España–o se consolida-ron en esos 25 años-- grandes movimientos de espiritualidad con proyección internacional, Opus, cursillos de Cristiandad, “neocatecumenales”, misiones en el extranjero: La Cooperación sacerdotal hispanoamericana (1500 sacerdotes enviados a América). Once mil sacerdotes misioneros y 16 000 religiosas en el mundo. Instituciones benéficas para remedio de necesidades inmediatas en parroquias y pueblos 20 000 religiosas y religiosas entregados a cuidar menesterosos, enfermos, desvalidos, convirtiendo a deshechos de la sociedad en hogares alegres para ellos.
Debería decir algo sobre el inconmensurable estadista y patriota al que España le debe los cuarenta años de su nueva edad de oro, arruinada nuevamente moral y materialmente por los charlatanes de feria de la democracia liberal y masónica pero el tiempo no da para más. No sé si habré logrado el milagro, pero no lo sé hacer mejor. Gracias.
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